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La conmemoración del 1707 en Lleida, marcada por el 'Procés'

Conferencia del historiador Jaume Barrull, ayer en la conmemoración del 1707 en la Seu Vella de Lleida.

Conferencia del historiador Jaume Barrull, ayer en la conmemoración del 1707 en la Seu Vella de Lleida.LLEONARD DELSHAMS

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El 11 de noviembre de 1707 –ayer se cumplieron justo 310 años– la ciudad de Lleida sucumbió ante las tropas borbónicas de Felipe V en el transcurso de la Guerra de Sucesión, que culminaría el 11 de septiembre de 1714 con la toma de Barcelona. La caída de la capital del Segrià significó la supresión de las instituciones propias y la militarización del Turó de la Seu Vella. La sala de la Canonja del simbólico monumento leridano acogió ayer una commemoración de esta efeméride marcada por la actual situación política en Catalunya. El acto, que se celebra en esta fecha histórica desde hace diez años y que hace tres se desarrolló en el marco del Tricentenari de 1714, contó con la presencia del alcalde de Lleida, Àngel Ros; la vicepresidenta de la Diputación, Rosa Pujol, que excusó la ausencia del presidente, Joan Reñé, por motivos de agenda; y el director de los servicios territoriales de Cultura de la Generalitat, Josep Borrell, que se convirtió así en el representante del Govern en Lleida al estar su delegado, Ramon Farré, cesado en virtud de la intervención estatal de la autonomía catalana. La commemoración, a la que apenas asistió una treintena de personas, consistió en una conferencia del historiador leridano Jaume Barrull, que repasó los episodios de la Guerra de Sucesión, “un conflicto europeo que acabó con la traumática incorporación de Catalunya al reino de España”. Aludiendo a las relaciones internacionales en aquella época y con un guiño a la actual situación política, Barrull señaló que “Catalunya, sin un imperio detrás, era un país con un papel subordinado”, por lo que reclamó “ahora un ejercicio de inteligencia y de autocrítica tanto por parte de unos, de otros, de los de aquí y los del otro lado”.

Rosa Pujol lamentó que “en los últimos cien años diez de los doce presidentes de la Generalitat han sufrido prisión, exilio o magnicidio, desde Prat de la Riba a Puigdemont”. Josep Borrell afirmó que “los pueblos que son nación caen y vuelven a levantarse, como esta catedral que es el símbolo del renacimiento de este pueblo”. Finalmente, Àngel Ros expresó su “firme deseo de que ningún conseller ni los Jordis estén en prisión, que los que están en Bruselas puedan volver a casa y que las elecciones del 21-D sean el final de la intervención del autogobierno de Catalunya, por el que tantos hemos trabajado”. Ros también deseó para el 2018 un nuevo paso adelante para la candidatura del Turó de la Seu Vella a Patrimonio de la Humanidad. El acto conmemorativo finalizó con una visita guiada por las huellas que dejó la derrota de 1707 en la antigua catedral.

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