Barbastro, la otra cara de la segregación de un obispado histórico
El 15 de junio de 1995 se abrió la caja de Pandora. Una resolución papal partía en dos la diócesis de Lleida. El obispado, que nació en Roda de Isábena, trasladó su sede a Lleida tras la conquista de la ciudad en el siglo XII y siempre había estado integrado por parroquias catalanas y aragonesas. La segregación supuso que las 111 parroquias administrativamente aragonesas de la diócesis se integraran en el obispado de nueva creación de Barbastro-Monzón para adecuarse a los límites provinciales. En 1998, el nuncio vaticano, Lajos Kada, decidió, vía decreto, que las 113 obras de arte originarias de estas parroquias del Museu Diocesà de Lleida pertenecían a las parroquias y que solo estaban en Lleida en depósito. Desde entonces, el obispado de Barbastro-Monzón ha pleiteado con el de Lleida por la vía eclesiástica. Esta misma semana, el letrado de la diócesis aragonesa anunció que también irán a los tribunales civiles, ya que las supuestas sentencias dictadas a su favor por Roma no han sido reconocidas por la justicia.