PATRIMONIO LITIGIO
Un juzgado de Lleida también decidirá ahora sobre Sigena
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El ‘caso’ del arte de Sigena no solo se decide en los juzgados de Huesca –y con el 155 también en los despachos del ministro de Cultura–, sino que ahora también ha llegado a los tribunales de Lleida. Se trata de la demanda que presentó en julio del año pasado el Consorci del Museu de Lleida a un juzgado de Rubí por el derecho de retención de las 44 obras que reclama Aragón. El juzgado de primera instancia número 2 de esta localidad del Vallès Occidental admitió la demanda a trámite en noviembre y, hace apenas unas semanas, tras un año de ‘deliberación’, se declaró incompetente al señalar que las obras en litigio se encuentran en Lleida, por lo que decidió enviar la demanda a los tribunales de la capital del Segrià. Fuentes del Museu explicaron a SEGRE que ahora se está a la espera de que el decanato otorgue la causa a uno de los juzgados de primera instancia de Lleida. Cabe recordar que la demanda se presentó en principio en Rubí por ser el partido judicial donde se encuentra Valldoreix, última residencia de las monjas de Sigena y el lugar donde falleció la última religiosa, el año 2000. El museo leridano informó en su día en un comunicado que reclamaba el derecho de retención, según el cual “las piezas en litigio no se pueden trasladar hasta que la Orden Sanjuanista del monasterio de Sigena –actual titular provisional de las obras según la sentencia del juzgado de Huesca– haya retornado los importes económicos correspondientes a los gastos de conservación y mejora que ha realizado el Museu de Lleida durante los años de posesión”. En este sentido, tras un peritaje económico, el Museu ha añadido a la demanda un informe por el que la reclamación asciende a 360.000 euros por los gastos generados por diversos conceptos, desde operaciones de restauración hasta la misma conservación de las piezas (la parte correspondiente de las facturas de luz o agua del edificio) o la difusión en publicaciones, entre otros. Aunque las 44 obras llevan en Lleida más de tres décadas, el cálculo de estos gastos se ciñe solo a los últimos quince años, desde cuando las cuentas del Museu están fiscalizadas.