PATRIMONIO LITIGIO
El Museu tiene argumentos contra la denuncia de Barbastro
El delegado de Cultura de la Generalitat en Lleida, Josep Borrell, lamentó ayer el nuevo ‘capítulo’ en el litigio del arte con Aragón abierto el martes con la presentación en los juzgados de Barbastro de una demanda contra el Consorci del Museu de Lleida y el obispado de Lleida por 111 obras originarias de la Franja, una menos de las 112 reclamadas históricamente. “Cualquier demanda nos pone en guardia, porque lamentablemente el Museu parece como si estuviera bajo sospecha desde hace años”, comentó. Eso sí, Borrell aseguró que “nos defenderemos; contamos con argumentos de sobra desde el punto de vista civil para armar una buena defensa ya que hay pruebas de la compra o permuta de la mayoría de estas obras en la época del obispo Meseguer”. Borrell sí que reconoció la “sorpresa” ante la presentación de la demanda en los juzgados de Barbastro y no en los de Lleida, donde se encuentra el Museu, o en Barcelona, al figurar la Generalitat al frente del Consorci.
Por su parte, el alcalde de Lleida, Àngel Ros, aseguró que “tenemos toda la tranquilidad que hay que tener cuando estás completamente convencido de que la ley te ampara”, recordando que en 2010 el juzgado de Barbastro ya denegó el exequatur, la convalidación en España de la resolución del Vaticano contra el Diocesà. Ros rechazó cualquier analogía con el litigio del monasterio de Sigena –sobre la legalidad de una compra de arte– y destacó que sin la creación en su día del Museu Diocesà “la mayoría de estas obras estarían en manos privadas o en museos de todo el mundo”.
Lleida ‘perdió’ 40 edificios con la desamortización
Si el patrimonio artístico es ‘protagonista’ de nuevo en los juzgados, en el Museu de Lleida ayer lo fue también el patrimonio religioso inmueble. El historiador de la Universitat de Lleida Quintí Casals impartió una conferencia sobre los efectos en la provincia de la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX. El que fue ministro de Hacienda a partir de 1835, en plena ‘revolución’ liberal, eliminó el clergado regular (las órdenes mendicantes) y procedió a vender todos sus bienes como solución a la gran deuda del Estado. Hasta 1851, la desamortización de bienes provocó en la provincia de Lleida la venta de una cuarentena de edificios, ocho conventos de frailes incluidos en la capital. Casals señaló que “hoy solo queda parte de tres de estos edificios en la ciudad: el de los carmelitas descalzos que se convirtió en la Llar de Sant Josep y que hoy forma parte precisamente del Museu de Lleida; el de los Dominicos, hoy convertido en el Parador Nacional; y la iglesia de Sant Pere de los franciscanos, en la plaza de Sant Francesc”. El Convent de Sant Bartomeu de Bellpuig o el de Avinganya, que fue adquirido en aquel tiempo por un payés, son otros ejemplos de lo que queda en la provincia. “Fue un proceso que pareció muy revolucionario, pero significó un gran daño para el patrimonio”.