CULTURA
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Albert Villaró regresa a la Catalunya ‘ucrónica’ de Els ambaixadors (Destino, Premio Josep Pla) convertida en república tras el fracaso del ‘alzamiento’. Aquí el singular agente mosén Farràs deberá hacer frente a uno de sus fantasmas: la operación Siscló, el atentado que acabó con la vida del general Franco el 18 de julio del 1936
No es el único novelista que fabula con matar a Franco. ¿Hay necesidad imaginaria de hacerlo?
Creo que sí. De hecho se están viviendo momentos intensos, preocupantes y creo que en el fondo de todo todavía planea la figura de Franco. De alguna forma está presente, con silencios, frenazos… con muchas cosas.
¿Sin leer
Els ambaixadors
se puede entender
El sindicat de l’oblit?
Funciona como un libro independiente. Eso sí, leer Els ambaixadors siempre te da alguna pauta más. Es recomendable, pero no necesario. También se puede empezar por El sindicat de l’oblit. El orden de los factores no altera nada.
¿Qué reminiscencias de
encontrará el lector?
No hallarán una estricta continuación o segunda parte, sino elementos nuevos. El personaje de mosén Farràs evoluciona, se ha hecho mayor. También hallamos a un mosén Farràs más joven porque hay una especie de precuela. No es habitual encontrar personajes de series literarias que se muevan mucho, en cambio, aquí el lector encontrará que sí que mosén Farràs se ha movido bastante.
¿Qué le pasa?
Van a buscarlo para recordar viejos tiempos, pero enseguida se da cuenta de que debe completar algo que había empezado hace mucho tiempo pero que no había acabado de salir demasiado bien.
Para un historiador ¿es una tentación escribir sobre “qué habría pasado si…”?
Depende de la mentalidad. A muchos historiadores les incomoda bastante, pero para mí, que soy un poco sui generis, esta vertiente más imaginativa es como un caramelo.
¿Habrá una tercera parte?
Todavía no lo sé. Tengo cosas en la recámara, pero esto no. Talvez dentro de tres o cuatro años me atreva con ello.