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ÓBITO SÉPTIMO ARTE

El último emperador del cine

Imagen de archivo del cineasta italiano Bernardo Bertolucci.

Imagen de archivo del cineasta italiano Bernardo Bertolucci.EFE

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Bernardo Bertolucci, el último gran maestro del cine italiano que filmó grandes obras como Novecento o El último emperador, falleció ayer en a los 77 años. Nacido el 16 de marzo de 1941 en Parma, su llegada al mundo de la cultura no fue casual, pues pertenecía a una familia de reconocidos escritores y cineastas italianos. Su primera producción cinematográfica fue La cosecha estéril (1962), el punto de partida de una fulgurante carrera como cineasta que le ha situado entre los más importantes de la historia, siempre en busca del intimismo y en continuo análisis de la juventud. Irreverente y provocador, fue calificado como “el gran director de la trasgresión”. Y fue precisamente la polémica asociada a Último tango en París (1972) la que le catapultó a la fama. Esta película, protagonizada por Marlon Brando y María Schneider, le supuso problemas de censura en España por algunas escenas calificadas de escabrosas, aunque le valió dos nominaciones a los Óscar. Unas declaraciones en las que Bertolucci confesaba que él y Brando decidieron engañar a la actriz y emplear mantequilla como lubricante en la escena de agresión sexual del filme empañó su reputación hace apenas un par de años. “No quería que fingiese la humillación, quería que la sintiese”, admitió el cineasta. Entre 1974 y 1976 grabó Novecento, en que retrata la vida campesina de la Italia de la Gran Guerra y del fascismo, contó con la banda sonora compuesta por Ennio Morricone y con un reparto con actores como Robert de Niro, Gérard Depardieu o Donald Sutherland. Aun así, la producción que le granjeó un mayor reconocimiento fue El último emperador (1987), con la que ganó cuatro Globos de Oro y nueve premios Oscar. Con un rodaje espectacular en una China que a mediados de los años ochenta todavía no había comenzado a dar el giro que la convirtió luego en una superpotencia económica mundial. Seis años después, estrenó otra recordada producción, El pequeño buda. Un grave problema en la espalda le dejó en silla de ruedas, pero esto no le impidió asistir hace unos meses a varios reconocimientos con motivo de la reposición de Último tango en París. Los medios italianos apuntan que para despedir a Bertolucci se instalará una capilla ardiente en la sede del ayuntamiento de Roma y que se celebrará un funeral privado.

Una frase de Bernardo Bertolucci lo resume todo. Decía que él soñaba vivir para las películas, pensar cinematográficamente, comer cinematográficamente, dormir cinematográficamente. Bertolucci tenía sangre de poeta porque tanto él como su padre lo eran. Gran amigo de Pasolini y ayudante suyo en Accatone cuando ninguno de los dos sabía que serían inmortales. Firmó grandes historias, como El último emperador, El último tango en París; o los 50 años tras Verdi de la eterna lucha entre izquierda y derecha italiana en Novecento, y adaptó a Bowles en El cielo protector. Pero Bertolucci también fue el director de otras obras incuestionables como Antes de la revolución, El conformista o La luna. Él ha sido el último gran maestro del cine italiano, el que para bien del cine, vivió, comió, durmió y pensó siempre cinematográficamente.

Imagen de archivo del cineasta italiano Bernardo Bertolucci.

Imagen de archivo del cineasta italiano Bernardo Bertolucci.EFE

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Imagen de archivo del cineasta italiano Bernardo Bertolucci.EFE

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