EXPOSICIÓN FOTOGRAFÍA
El Toni Prim más tropical
Las palmeras le entusiasman y no puede dejar de retratarlas. El fotógrafo leridano Toni Prim ha querido compartir con el público esta obsesión privada a través de una exposición de sus palmeras favoritas en el Espai Cavallers de Lleida. Prim inauguró ayer la muestra Benvinguts a Palm City inundando la galería con unas 300 imágenes de palmeras, desde fotografías de gran formato hasta dos grandes mosaicos repletos de estos árboles tropicales ocupando dos paredes enteras de la sala.
Ocho años después de su última exposición en Lleida, una serie sobre desnudos que presentó en la ya desaparecida sala Coma Estadella, Toni Prim cambia completamente de registro con una amplia selección de imágenes de palmeras que ha ido fotografiando desde hace más de cuarenta años en sus viajes por diferentes países de todo el mundo. No se trata solo de retratos de estos árboles sino también de las representaciones de los mismos que invaden desde camisetas hasta logos publicitarios, marcas comerciales, establecimientos turísticos, el cine o la televisión. La costumbre de retratarlos viene de muy lejos, “desde que, cuando tenía unos 3 años, mi padre me retrató frente a unas palmeras en el zoo de Barcelona”, recuerda. De hecho, afirma que “estos árboles son unos iconos que nos llevan a pensar en los viajes, las vacaciones, el tiempo libre o la escapada al paraíso, aunque aquí en Lleida también podemos encontrarnos con ejemplares de palmeras, más como elemento decorativo que de exotismo, sin ir más lejos en el patio del edificio del Institut d’Estudis Ilerdencs”.
Hasta el 5 de junio, el público podrá disfrutar de este viaje internacional fotográfico en torno al mundo de las palmeras.
De los cementerios de Arizona a las palmeras más altas del mundo Las imágenes de Toni Prim no se ciñen a palmeras en playas de postal sino que muestran un amplio catálogo de estos árboles en espacios más inéditos. Por ejemplo, en los cementerios de Arizona, donde ocupan el lugar de ‘nuestros’ habituales cipreses o, sin salir de Catalunya, en el campo santo de Deltebre, donde las palmeras dan sombra a los nichos. Y para ejemplares espectaculares, las del valle colombiano de Quindío, que pueden llegar a los 80 metros de alto, más que la torre de la Seu Vella.