Los Nobel más ecologistas en una polémica edición por el premio a Handke

Los Premios Nobel sacaron ayer en Estocolmo su cara más ecologista en una ceremonia en la que los ojos estaban puestos en el laureado de Literatura Peter Handke, centro de una agria polémica por la que algunos países anunciaron que no asistirían al acto como protesta. El austríaco es acusado por sus críticos de dar voz al nacionalismo serbio más radical durante la guerra de los Balcanes y de minimizar matanzas como la de Srebrenica en 1995. El escritor aseguró en un medio serbio que no esperaba tanta animosidad por la concesión del Nobel, que boicotearon países como Albania, Kosovo, Croacia y Turquía (el presidente Erdogan le acusó ayer mismo de “racista”), así como un miembro del comité encargado de dar el galardón. A las puertas de la Sala de Conciertos de la capital sueca se desplegó una pancarta para protestar por el premio al escritor austríaco, preludio de una concentración que reunió a centenares de personas en el centro de la ciudad, a la que asistieron supervivientes de la guerra de Bosnia y mujeres de la Fundación Madres de Srebrenica. Por otro lado, la ceremonia arrancó con un alegato a favor de los jóvenes que defienden las evidencias científicas sobre el cambio climático y que luchan contra esta emergencia, a cargo del presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin.

La francesa Esther Duflo, el indio Abhijit Banerjee y el estadounidense Michael Kremer recibieron el Nobel de Economía; la polaca Olga Tokarczuk, el de Literatura de 2018 –cuando el premio se dejó en suspenso–; el alemán John Goodenough, el estadounidense Stanley Whittingan y el japonés Akira Yoshino, el de Química; mientras que los suizos Michel Mayor y Didier Queloz, junto con el canadiense James Peebles recibieron el de Física; y los estadounidenses William Kaelin y Gregg Semenza y el británico Peter Ratcliffe, el de Medicina. Unas horas antes, en Oslo, la capital noruega, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed Ali, recibió el Nobel de la Paz.