Ciuraneta reposa en la Catedral

Un cardenal, nueve obispos y el abad de Montserrat oficiaron ayer en la Catedral de Lleida el último adiós al obispo emérito Francesc Xavier Ciuraneta, fallecido el miércoles a los 80 años en La Palma d’Ebre, su localidad natal, en la que residía desde que en 2007 renunció a su cargo al frente de la diócesis leridana afectado por Parkinson. Respetando la reducción de aforo –aún en vigor el 33%–, más de un centenar de personas participaron en la misa exequial, cantada por el Petit Cor de la Catedral y presidida por el actual obispo de Lleida, Salvador Giménez, acompañado de los prelados de Urgell, Solsona, Tortosa y Vic, el arzobispo de Tarragona, el nuevo auxiliar de Barcelona y el abad de Montserrat. Tampoco faltaron sus dos sucesores en la diócesis: el que fuera administrador apostólico, Xavier Salinas (actual auxiliar de la archidiócesis de Valencia), y Joan Piris. Y sobre todos ellos, la presencia del cardenal Juan José Omella, con quien Ciuraneta precisamente se las tuvo y retuvo por el arte del Museu Diocesà cuando el obispo del Matarraña estuvo al frente de la diócesis de Barbastro-Monzón. En primera fila, el hermano de Ciuraneta, de la mano del sobrino del obispo fallecido, el que fuera conseller de Agricultura en 2015 Jordi Ciuraneta. También el alcalde, Miquel Pueyo, y el delegado del Govern, Ramon Farré. Al final de la misa, un breve recuerdo biográfico en el que se apuntó que “trabajó mucho por la recuperación del patrimonio artístico diocesano”. Tras las exequias, su féretro fue sepultado a los pies de la capilla de la Mare de Déu de Montserrat, junto a los restos del obispo que le precedió, Ramon Malla, enterrado allí hace seis años.