ÓBITOS RELIGIÓN
Fallece el alma del Museu Diocesà
Precisamente, el día en que Lleida dio en la Catedral su último adiós al obispo Ciuraneta, que tanto batalló por el arte del Museu Diocesà, el que fue el ‘alma’ del patrimonio artístico del museo, mosén Jesús Tarragona, falleció a los 95 años después de unas semanas luchando contra la Covid-19. Nacido en Torrelameu en 1925, su vida estuvo ligada a la capital del Segrià desde que a los diez años comenzara a estudiar en el Seminario de Lleida. El obispo Aurelio del Pino le ordenó sacerdote en 1948 y sus primeros ‘destinos’ le llevaron hasta 1964 por las parroquias de Tamarit de Llitera, Tragó de Noguera, Boix y Blancafort, Bell-lloc y Els Alamús y Binéfar. Ese año, de regreso a Lleida, Del Pino le encargó que se hiciera cargo del Museu Diocesà y, en 1967, ya fue nombrado de forma oficial delegado de patrimonio artístico y cultural de la diócesis.
Entre 1964-1982 fue ecónomo de la parroquia de la Sagrada Família de Lleida. También ejerció de sacerdote del Cementiri Municipal. En 1982 fue nombrado ecónomo de la parroquia de Sant Llorenç, cargo que mantuvo hasta 2002. Ese año fue nombrado canónigo de la Catedral y adscrito a las parroquias de Sant Andreu, Sant Llorenç y Sant Martí de Lleida.
Después de “sufrir” la entrega del arte de Sigena, alertó que “¡y ahora vendrán desde Barbastro!”
Pero de forma paralela a su labor pastoral, mosén Tarragona destacó sobre todo en su labor de salvaguarda del patrimonio artístico. Él mismo reconocía que se enamoró de las obras de arte que atesoraba el Museu Diocesà cuando entró a estudiar con 10 años en el Seminario, donde se ubicaba entonces el museo, el actual edificio del Rectorado de la Universitat de Lleida. En este sentido, su mayor ‘disgusto’ fue vivir el litigio por el arte con Aragón. De hecho, muchas de las obras en disputa, sobre todo las de Sigena, las trasladó él mismo hasta Lleida para conservarlas en el museo. La nueva sede del Museu de Lleida, estrenada a finales de 2007, fue “el sueño de mi vida”, aseguró hace seis años cuando recibió un homenaje por sus 50 años cuidando del patrimonio artístico del obispado. Desde 2009 era director honorario y vitalicio del área de patrimonio del obispado, dando el relevo al catedrático de la UdL Ximo Company.
El entierro se celebrará mañana en la intimidad familiar en el cementerio municipal. A las 11.30, la Catedral acogerá una misa exequial oficiada por el obispo de Lleida.
Impulsó el nuevo museo y discutió con Aragón e incluso con la Generalitat
Mosén Jesús Tarragona tenía un carácter de hierro capaz de superar todas las dificultades que se le pusieran por delante. Un carácter forjado seguro desde que de niño oyó cómo en 1936 entraron en el Seminario –su familia vivía al lado– e hicieron trizas a golpes de martillo las esculturas de la Porta dels Apòstols de la Seu Vella. Nunca de cansó de ‘pelear’ por un edificio digno para el Museu Diocesà y también por rehabilitar la Seu Vella. La que fue primera directora del Museu de Lleida, Montse Macià, aseguraba ayer entre lágrimas que “por descontado hoy no tendríamos el museo” si no fuera por él. También fue un ‘líder’ indiscutible en la recuperación del monumento más emblemático de Lleida desde la creación en 1972 de los Amics de la Seu Vella, asociación que presidió entre 1981 y 1998. Esta entidad afirmó ayer que “el recuerdo de su entusiasmo por recuperar el esplendor de la antigua catedral nos anima a seguir en la labor de la que el fue un gran pionero”. Nunca se arredró ni ante los políticos en defensa del patrimonio. En 2009, protagonizó incluso una discusión con los entonces conseller de Cultura, Joan Manuel Tresserras, y alcalde, Àngel Ros, en el acto de constitución del consorcio entre Generalitat y Paeria para gestionar el Turó. Tarragona esgrimió en mitad de los discursos documentos históricos de la época de Felipe V para demostrar que el campanario es propiedad del Cabildo de la Catedral.
Pero el litigio del arte con Aragón se convirtió en su verdadera ‘pesadilla’, con el punto culminante de la entrada en el museo de la Guardia Civil en 2017 para llevarse el arte de Sigena. El día después, confesó “lo mal que lo pasé, pensaba que Nuestro Señor me enviaría antes la muerte que ver esto”. Y alertó que “¡y ahora vendrán desde Barbastro!”.