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ENTREVISTA LIBRO SOBRE EL 'PROCÉS'

«La relación con España ha beneficiado a Catalunya»

ROBERTO FERNÁNDEZ | catedrático de historia moderna y exrector de la udl

«La relación con España ha beneficiado a Catalunya»

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El historiador y exrector de la Universitat de Lleida Roberto Fernández acaba de publicar el libro “Combate por la concordia. Catalunya en España, un futuro común”, en el que parte de la premisa de que el 'procés' ha provocado una fractura social en Catalunya y preconiza que la conciliación, la concordia y la cohesión social son las claves para superarla. Como historiador, afirma que Catalunya y España son desde hace 5 siglos un “matrimonio” muy favorable para ambas, a pesar de que también hayan tenido grandes desavenencias.

¿Por qué ha escrito este libro?

La primera razón es porque era un libro que quería leer y no veía que nadie lo hubiera escrito. La segunda es que se ha fraguado en mi cabeza y corazón durante unos años en los que tenía responsabilidades institucionales como rector de la UdL y presidente de los rectores, y no me parecía preceptivo entrar en el combate político y social. Cuando las dejé, pensé que incluso era una terapia escribirlo.

Pero si no había un libro como este, ¿es por qué la suya es una posición minoritaria?

Posiblemente sí. Parto de la premisa de que la consecuencia más grave ha sido la fractura que se ha ido fraguando en la sociedad catalana. Creía que alguien, sin ser equidistante, porque soy partidario de que Catalunya continúe en España, tenía que reflexionar sobre las consecuencias de la fractura y proponer actitudes que la cierren. Es ahí donde propongo las tres “c”: Catalunya necesita conciliación, concordia y cohesión social.

Muchos independentistas negarán la mayor, que haya fractura.

Hay una fractura social en la que se empieza a vivir en burbujas sentimentales, informativas y sociológicas contrapuestas creando un frentismo social y político. El proceso la ha fraguado no solo por el objetivo, que es tan grande que cuartea a la sociedad, sino por cómo se ha hecho, con carencias democráticas y excluyendo a una parte de la sociedad catalana.

Usted plantea que hay una reacción por un sentimiento de agravio al ser Catalunya superada económicamente por Madrid.

En las relaciones entre Catalunya y el resto de España desde finales del siglo XV me parece muy defendible la idea de que el balance material, de incardinación en el mundo y del desarrollo económico ha sido muy favorable para Catalunya y para España. Es un matrimonio muy favorable. ¿Que ha tenido desavenencias muy serias? Sin duda. Pero negar que en el desarrollo de la economía y la sociedad catalana ha tenido un resultado antes favorable que desfavorable me parece negar una evidencia. Mi visión es que los catalanes hemos invertido mucho en hacer España y no me parece razonable renunciar a un patrimonio material, sentimental y social positivo para Catalunya, que ha salido beneficiada en su relación con España. También digo que tengamos cuidado, porque en los últimos tiempos ha cambiado la correlación económica. Madrid ha crecido mucho y no querría que los catalanes nos quedásemos atrás. Este crecimiento también se debe al efecto de capitalidad, pero no solo a eso.

En el libro habla de Movimiento, con mayúscula, independentista. ¿Es una comparación implícita con el Movimiento franquista?

No, sin duda son distintos. Lo que quiero decir es que el movimiento independentista no está solo constituido por partidos, sino por entramado social y cívico muy potente, absolutamente legítimo, que busca un común denominador que no viene por cuestiones sociales, sino por un hecho político e identitario que es una forma de entender Catalunya y su relación con España.

¿Por qué es tan duro con TV3, a la que califica de falange mediática?

Mientras en el resto de España ha habido periódicos con una actitud catalanofóbica, en Catalunya ha habido dos medios que se han centrado en hacer forofismo político, primero del soberanismo y luego del independentismo, que son TV3 y Catalunya Ràdio. Medios públicos pagados por todos se han convertido en falanges mediáticas para crear una opinión favorable al soberanismo-independentismo y una imagen de antiEspaña.

Afirma que la nación no es una unidad de destino, que cambia en función de múltiples factores. ¿No sería posible una coyuntura que permita la independencia?

Igual que España es plural, Catalunya también. Quien piense Catalunya desde Vic se equivoca, quien lo haga desde La Torrassa en L’Hospitalet, también. La catalanidad que debemos refundar debe ser una síntesis entre lo que representan buena parte de ambas sociologías mediante identidades suaves. El independentismo más radical ha dejado de lado la idea básica de que Catalunya es plural. Catalunya será la síntesis de todos los catalanes o, parafraseando a Torras i Bages, no será. ¿Y quién debe hacer la síntesis? El Parlament. Nuestros representantes deben sentarse para decidir el futuro de Catalunya y qué debemos pedir al resto de españoles sobre cómo queremos estar en España. Llevar esta propuesta y, si es necesario, que haya una reforma constitucional. Es verdad que es muy difícil de conseguir la mayoría parlamentaria para ello, pero lo que no es admisible en un estado de derecho democrático es que no se vaya por el sendero de la legalidad.

No es partidario de un referéndum. ¿Por qué?

Soy un acérrimo defensor de la democracia representativa. Los referéndums son binarios y dividen entre ellos y nosotros. Y cuando el resultado es ajustado, depende de una franja de población muy pequeña que puede variar su posición por factores muy coyunturales, como se ha visto con el Brexit.

No ve admisible saltarse la legalidad. ¿Considera que la respuesta judicial ha sido ponderada?

Es cierto que el Gobierno del PP podría haber hecho algunas cosas más, y también que los gobiernos independentistas de Catalunya hicieron un camino basado en una quimera y sin ver a la sociedad catalana en su conjunto. ¿La respuesta ha sido la adecuada una vez acontecidos los hechos? No soy jurista para decir si las medidas del Supremo fueron acertadas o no. Pienso que habría que acomodar los delitos de rebelión y sedición al mundo contemporáneo. Pero ante el incumplimiento de la ley, que los tribunales actúen y lo penalicen es algo que hubiera pasado en cualquier estado de Europa. Dicho esto, la democracia española, que creo que ha salido fortalecida de esta crisis, debe ser generosa, porque reconocidos y penalizados los hechos lo importante es la conciliación, la cohesión y la concordia en Catalunya y España, y los indultos podrían ayudar.

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