El arte de Guillén: magia en el escenario

Joan J. Guillén ha plasmado durante 40 años el alma de la transición con sus dibujos satíricos, publicados “en casi todos los medios de izquierdas del país”, y ha revolucionado la escenografía en la calle y los teatros. Estas son dos de sus actividades, las más conocidas y las que ha prodigado más. A ellas añade la pintura, más reflexiva “pero no más seria”, precisa a este diario, “porque yo no soy nada serio”.

Es, al contrario, contagiosamente alegre, aunque esa alegría no está reñida con la profundidad. Una amplia retrospectiva de sus tres disciplinas, tan amplia que ha precisado mil metros cuadrados, puede verse hasta el próximo 26 de septiembre en el Museu d’Història de Catalunya.

La exposición, de carácter antológico, tiene su origen en una donación que hizo Guillén en 2017 a la Biblioteca de Catalunya. Esta institución no tenía espacio para acoger el material de la muestra, comisariada por Pilar Parcerisas, y por eso se hace en el Museu d’Història, “a donde muchos visitantes han acudido dos veces porque con una sola visita no han podido disfrutar de todo lo que se expone”, cuenta Guillén..

Este artista nacido en Extremadura y con vinculaciones familiares en Mollerussa llegó de niño a Manlleu y se estableció de joven en Barcelona, donde empezó a publicar dibujos satíricos en 1969 en Tele-eXprés. Una década después se inició la recuperación popular de la calle que Fraga había hecho suya en el franquismo, y Guillén participó en la creación de una imaginería popular que impactó con fuerza a partir de sus propuestas picassianas para las carrozas carnavalescas. Antes, con sus dibujos, se había financiado estudios de escenografía en el Institut del Teatre, donde ha sido profesor durante 40 años.

Su concepción de la escenografía es completamente revolucionaria. No tiene nada que ver con los decorados tradicionales. Son propuestas vivas. “En los estremeses cervantinos los actores llegaban a los pueblos con un carro y de él sacaban todo lo necesario para la escena. Yo me inspiré en ello e hice algo parecido con un contenedor”. Eso como ejemplo. Esa filosofía la ha llevado a montajes de ópera que se han admirado en coliseos de todo el mundo, muchos de ellos de la mano de Comediants, como es el caso de su celebérrima versión de la La flauta mágica mozartiana.

El arte de Guillén es figurativo, pero no realista. Crea personajes, no figuras. “El teatro es magia. Ilusión. Imaginación. En los Pastorets que veíamos de pequeños había quien veía ángeles que volaban y quien veía actores colgados de cuerdas. Yo quiero que la cuerda sea bien visible y el espectador solo vea el vuelo”. En una de sus pinturas conviven las meninas de Velázquez y las de Picasso. La clave es creer. Porque el arte es magia. Y la vida también.