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ENTREVISTA LITERATURA

Andreu Claret: «Es inaudito que el gran éxodo de 1939 no se haya llevado al cine»

Periodista y escritor

«Es inaudito que el gran éxodo de 1939 no se haya llevado al cine»

«Es inaudito que el gran éxodo de 1939 no se haya llevado al cine»ACN

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La librería Caselles acoge esta tarde la presentación de la novela ‘1939. La caiguda de Barcelona’, un libro sobre el exilio que humaniza la figura de Lluís Companys y cierra una trilogía sobre la Guerra Civil. 

Usted es hijo del exilio, ¿sentía la necesidad de novelar este momento histórico?

Este es el origen de la novela. Nací en el exilio porque tanto la familia de mi padre como la de mi madre tuvieron que irse después de la guerra. Fue un éxodo sin precedentes. En unas pocas semanas, más de 500.000 personas caminaron hasta la frontera, que estaba cerrada, y cuando por fin les dejaron pasar les recibieron unos soldados senegaleses que trabajaban para el gobierno francés y los encerraron en campos de concentración. Es inaudito que no se haya hecho ninguna película sobre un episodio histórico como este.

Dice que cuando llegó a Barcelona le sorprendió que nadie supiera nada de la Guerra Civil.

Vine a los 17 años para hacer el PREU. En ese momento, las diferencias entre Francia y Catalunya o España eran brutales, pero lo que más me sorprendió es que ninguno de mis compañeros sabía gran cosa de la guerra, cuando en el exilio siempre estaba presente. Recuerdo un día que al pasar por el Camp de la Bota expliqué a unos amigos de Badalona que en ese lugar se había fusilado a mucha gente y no tenían ni idea. Ahora se habla mucho de memoria histórica, pero no basta con abrir fosas, es necesaria una mirada crítica. La guerra fue el resultado de un levantamiento militar contra un gobierno democrático y legítimo, pero también hubo mucha violencia.

Su padre, fundador de ERC, se exilió como político, pero usted novela también el exilio anónimo de la familia de su madre.

Cuando era pequeño, aunque teníamos pocos recursos, yo desayunaba con una cucharilla de plata. Un día pregunté por el resto de la cubertería y mi abuela me explicó que tuvieron que dejarla en el arcén de una carretera, camino de Francia, porque se rompió el cochecito de bebé con el que transportaban sus pocos bienes. Guardaron esa cucharilla: era todo lo que tenían. Empecé la novela con la idea de dar voz a personas anónimas, como mi familia materna, pero era inevitable hacer referencia al contexto histórico.

Y Lluís Companys se convirtió en un personaje central.

El drama humano de Companys sirve de metáfora para explicar la tragedia colectiva que se vivía. Lo abandonó todo el mundo, incluidos los suyos, que le culpaban injustamente de todos los males de la República mientras él sufría enormemente por su hijo, ingresado en un sanatorio en Francia. Su final fue de una gran dignidad, como en los versos de Petrarca: “Un bel morir tutta una vita onora”.

Este retrato humano de Companys lo hace a través de un personaje de ficción, un boxeador de El Tarròs.

Sí, Manel Plandiure es un personaje inventado, pero hubo muchos boxeadores republicanos y de izquierdas que hicieron de escoltas de políticos. El hecho de que fuera de El Tarròs me permitía que tuvieran una relación más cercana.

También hace un homenaje a Irene Polo.

El personaje de Irene Moragues es un homenaje a una periodista excepcional que me sirve para relatar el machismo que se vivía también en la República, en especial con una mujer lesbiana. Agnieska es otro personaje femenino clave, una prostituta polaca a través de la que narro el drama de los judíos, atrapados en tierra de nadie.

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