POLÍTICA CULTURAL ENTREVISTA
«La Panera ha perdido la mitad de su presupuesto desde el principio»
La gestora cultural y comisaria de arte Cèlia del Diego (Tarragona, 1974) dejó a final de diciembre la dirección artística del Centre d’Art Contemporania la Panera de Lleida al concluir su contrato de cinco años (4 más uno prorrogado) al frente de este equipamiento cultural. El pasado martes estrenó su último proyecto, el comisariado de una exposición enmarcada en las fiestas Decennals de Valls, Lumen 2021+1, repartida entre el Museu y la iglesia de Sant Francesc de la capital del Alt Camp y con la colaboración del Macba y el Tecla Sala de Barcelona. Este ha sido un nuevo reto, pero ¿le gustaría seguir en la Panera? Es difícil responder.
Depende de cuándo se convoque el concurso y cuáles sean las condiciones. Entonces decidiré. Claro que podría estar más tiempo en Lleida, pero cuando llegué ya sabía las condiciones.
Se le ha hecho corto. Siempre quedan cosas por hacer. La idea de emprender proyectos, renovar infraestructuras y maneras de trabajar, poder programar con otros centros de arte.
Cinco años no dejan de ser un período corto para llevar a cabo ciertas cosas. ¿Adiós con buen sabor de boca? Mi satisfacción principal es el granito de arena que he podido aportar y mejorar en un centro de arte reconocido en Catalunya, el más destacado de la Xarxa de Centres d’Art. Llegó a finales de 2016 tras un año y medio de vacío en la dirección.
Sí, creo que había alguna cláusula del concurso que no estaba bien y tuvo que repetirse todo el proceso. Pero la Panera ya funcionaba muy bien, con una gran directora y crítica de arte como Glòria Picazo durante trece años, que dejó lista la programación para un año. Después, tuvieron que prorrogar una exposición nueve meses y, claro, cuando llegué no me encontré nada.
Fue un problema añadido. ¿No volverá a pasar ahora? Espero que no. He dejado cerrada la programación hasta 2023.
Es importante poder convocar el concurso público para la plaza de dirección al mismo tiempo que poder seguir ejecutando un programa de exposiciones y actividades para que el próximo que llegue no se encuentre con lo que yo tuve que sufrir. ¿Qué destacaría de su balance? Hemos potenciado la producción, a pesar del presupuesto modesto. También hemos acompañado a los artistas para visibilizar su obra más allá de la Panera, colaborando con exposiciones en Francia, Suiza, Londres, Ámsterdam.
Hemos revisado la política de adquisición de obras de la Biennal Cristòfol, para la que hemos incorporado un equipo de comisariado buscando así nuevas miradas. Y también hemos activado la colaboración directa con el Museu d’Art Morera, que era una asignatura pendiente. Por cierto, el presupuesto ya no da para compras en la Biennal.
Este ha sido un punto negro, la espinita que tengo clavada. Cuando llegué, en 2017, aún contábamos con 60.000 euros para comprar obras. Pero en 2019, con la bienal ya en marcha, fue una sorpresa el recorte.
Cambio de gobierno municipal, crisis económica, Covid.. Nos quedamos a cero estos últimos años. Hay que luchar para retomar las compras tan pronto como sea posible.
En la actual edición, el ‘premio’ ha sido la producción de exposiciones individuales este año para dos artistas. En fin, la Panera ha perdido la mitad del presupuesto desde sus primeros años. La pandemia tampoco ayuda.
Nos afectó de lleno, pero con el cierre y el confinamiento obligados aprendimos a reinventarnos para llegar a un público más allá del espacio físico. No hay que perder esta conexión con un público en su casa al que antes no llegábamos. Hay una nueva demanda de estas actividades online.
¿Cuesta difundir el trabajo de la Panera entre los leridanos? La labor de explicación de lo que se hace es básica ya que el propio espacio no ayuda: parece un búnker, cuesta saber incluso por dónde se entra. Hemos renovado la web y las nuevas tecnologías ayudan. Si no comunicas, parece que solo haces la mitad del trabajo.