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“Sigo persiguiendo a la niebla”

'Acaçar la boira', la “reconciliación” del escritor de La Granja d'Escarp Ferran Sáez con el Baix Segre || Un “balance de vida” de infancia y juventud

El filósofo, profesor y escritor leridano Ferran Sáez, ayer de visita en Lleida con su nuevo libro.

El filósofo, profesor y escritor leridano Ferran Sáez, ayer de visita en Lleida con su nuevo libro.JORDI ECHEVARRIA

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El filósofo y profesor universitario Ferran Sáez Mateu (La Granja d’Escarp, 1964) es autor de una quincena de ensayos, cuatro novelas e incluso poesía, pero “si fuera librero no sabría en qué estantería colocar Acaçar la boira”, asegura sobre su nuevo libro, recién publicado por Pòrtic. Una obra que emprendió en tiempos de confinamiento por la Covid –“por si las cosas acabaran mal”–, para poner negro sobre blanco sus vivencias de infancia y adolescencia en su Baix Segre natal en los años 70, “un balance de vida ahora que estoy a punto de llegar a los sesenta años y justo cuando se han cumplido 40 desde que dejé La Granja para irme a Barcelona”. Avisa que no son unas memorias al uso: “hay reflexiones de carácter teórico, otras más directas..., es un texto en el que se juntan géneros tradicionales como el de la ‘literatura del yo’ y la novela de formación: cómo una persona se acaba construyendo a partir de sus vivencias y cómo estas llegan para quedarse”.

Desde el principio tenía claro el título del libro. “Una vez, cuando tenía 4 años, me perdí tratando de tocar la niebla, hasta que un vecino me llevó a casa. Esta recuerdo familiar me ha servido para entender lo que he hecho a lo largo de mi vida: siempre me han interesado cosas como la filosofía, la música y la literatura, que nunca puedes llegar a acabártelas.

Siempre estás persiguiendo la niebla a lo largo de la vida y lo normal es morirse sin haberla tocado”.De forma significativa, el primer capítulo de Acaçar la boira se titula Reconciliació. Sáez revive con naturalidad unos orígenes rurales que “a los que íbamos a estudiar o a trabajar a Barcelona hace cuarenta años nos podían avergonzar, pero ahora te das cuenta de que también tiene un valor narrativo muy importante”. Eso sí, añade que “lo único decepcionante es que tienen que venir los de fuera a decírtelo y hacértelo ver”.Sin dejar nunca la pizca de ironía, Sáez comenta que “soy un hombre viejo, no una mujer joven, lo que complica bastante saber a quién puede dirigirse este libro, quizás a los lectores interesados en el estilo literario”.

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