Excavan en el bosque de Virós un horno de hierro de época romana único en Catalunya
Se ha hecho una reproducción a escala para facilitar la comprensión del yacimiento a los visitantes
La Vall Ferrera, como su nombre indica, está íntimamente relacionada con la explotación y la producción de hierro. La actividad siderúrgica en el valle se remonta a los últimos siglos del Imperio romano. De este periodo se han documentado una veintena de hornos de reducción del mineral de hierro fechados entre el siglo III y medios del siglo VI. Ahora, el arqueólogo Òscar Augé, por encargo del Parque Natural del Alto Pirineo, ha excavado un horno de reducción y lo ha reproducido a escala 1:1 en el bosque de Virós. El buen estado de conservación, las grandes dimensiones y la posibilidad de más hornos cerca ha sorprendidom a Augé y hacen de este yacimiento un caso único en Catalunya dado que no hay referentes similares tan grandes en una zona de producción de hierro no asociada a un poblado.
Si bien este yacimiento había sido documentado por un equipo de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) entre los años 2003 y 2004, hasta este verano no se había hecho ninguna excavación. Han sido los arqueólogos Òscar Augé y Jose Miguel Gallego los encargados de la intervención arqueológica y documentar los restos de uno de estos hornos. Se trata de la cubeta, donde se depositaba el hierro al final del proceso, y que estaba excavada directamente en el terreno natural, y un pequeño muro de piedra que la rodeaba, encima del cual se levantaría la chimenea del horno y que era por donde se cargaba el mineral y el carbón vegetal, y permitía alcanzar la temperatura adecuada por el proceso de reducción, que oscilaba entre 900 y 1300 °C.
Augè ha explicado que aunque habrá que corroborarlo en próximas campañas, intuyen dos hornos más a pocos metros del área excavada este verano. A pocos metros de la zona donde se ha excavado el horno de reducción también se intuyen cabañas. Se podría tratar de lugares donde vivía la gente que trabajaba el hierro. De confirmarlo se trataría de un yacimiento de "cierta entidad" dado que contaría con la zona de trabajo y la zona de vivienda en medio de la montaña (unos 1.700 metros). Los arqueólogos creen que debió ser una actividad estacional, que sólo se podría hacer, seguramente, durante los meses de primavera y verano.
Los restos de estos antiguos talleres de reducción tienen una especial relevancia desde un punto de vista arqueológico ya que en la época antigua en el nordeste peninsular, hay un vacío de conocimiento sobre esta actividad fuera de contextos de hábitat. El arqueólogo Augè ha explicado que "no hay referentes similares" en Catalunya con una concentración tan grande de zonas de producción no asociados a una población. No obstante, ha asegurado que hay "gran similitud" con otros yacimientos análogos, localizados en este caso en territorios próximos del Pirineo francés, como lo que durante la década de los años 1990 se excavó en Lercoul, en la vecina valle francesa de Vic de Sòs, en el Arieja, con cronologías también del siglo III d.C.
En el momento del descubrimiento, hace unos veinte años, de estos enclaves arqueológicos, definidos por pequeños montículos dentro del bosque, de formas y dimensiones variables entre los 100-300 m², cubiertos de vegetación arbustiva, y formados por escorias de hierro, gran cantidad de carbones y fragmentos de arcilla cocida de la pared de los hornos, se practicaron pequeños sondeos en algunos de ellos para obtener muestras para fechar mediante la técnica del Carbono 14, hecho que permitió situarles entre los siglos III/IV y VI/VII d.C. No obstante, en estos vertederos hasta ahora no se había realizado nunca ninguna excavación que permitiera localizar los hornos que los generaron, saber cómo eran, y cuántos podía haber en cada uno de ellos.
Ahora, a falta de los resultados de las analíticas que tienen que confirmar las dataciones concretas del horno, se espera confirmar en próximas campañas arqueológicas la presencia de más hornos de reducción en la zona y la zona de viviendas. El propósito final, una vez finalizadas las diferentes intervenciones arqueológicas, es poder consolidar los vestigios con el fin de hacerlos visitables, y que a la gente que pasee por el sendero señalizado de la Costa dels Meners puedan verles.
La Vall Ferrera tiene un gran patrimonio siderúrgico, concentrado muy especialmente en el bosque de Virós, que abarca unas 2.000 hectáreas de alto valor paisajístico y natural. Ahora toda la zona se podría definir también como un enorme yacimiento arqueológico con restos de varias épocas relacionadas con la explotación y aprovechamiento del hierro.