PATRIMONIO RESTAURACIÓN
El último viaje de la Mònica
Suben a la torre de la Seu Vella la campana del siglo XV, que fue restaurada la pasada primavera en un taller especializado en Austria || Estaba previsto que anoche ya volviera a tocar los cuartos
Éramos pocos pero todos éramos conscientes de que estábamos viviendo un momento irrepetible: la campana Mònica volvía a su lugar en el campanario de la Seu Vella 8 años y medio después de que la bajaran de la torre para restaurarla. Si aquel 7 de mayo de 2014 ya fue ‘histórico’, puesto que la Mònica salía por primera vez del campanario desde que fue colocada allí el año 1486, ayer a primera hora de la tarde emprendió el viaje de vuelta a su lugar original, de donde en principio no debería tocarse en muchos años o décadas. Este último viaje fue corto, desde el claustro de la Seu Vella –donde estaba expuesta desde el 31 de agosto tras regresar del taller donde fue restaurada en Austria– hasta lo alto del campanario con la ayuda de una espectacular grúa con una pluma que la levantó cincuenta metros de alto.
En el piso superior de la torre la ‘esperaba’ la veterana Silvestra, que toca las horas desde 1418. Primero, a los pies de la Porta dels Apòstols, el alcalde de Lleida y presidente del Consorci de la Seu Vella, Miquel Pueyo, protagonizó el ritual de bienvenida haciéndola sonar con la ayuda de un martillo. Acto seguido, operarios de la empresa Carvajal de Alcoletge, encargada del funcionamiento del reloj y las campanas de la Seu Vella, la sujetaron a la grúa mientras la Silvestra la ‘saludó’ con un toque especial.
Durante la elevación hasta lo alto del campanario fueron las otras cinco campanas modernas litúrgicas las que sonaron para dar también la bienvenida a la Mònica. La operación fue rápida y precisa, menos de media hora. A su llegada, otros operarios se encargaron de situarla en el lugar que ocupaba desde el siglo XV y conectar de nuevo el martillo eléctrico para que –como en principio estaba previsto– anoche mismo volviera a tocar los cuartos de hora.
Pueyo agradeció el apoyo de todas las instituciones para esta restauración, en especial a la Generalitat, que asumió el coste, y también a la firma Carvajal Campanes. A su lado, el presidente de los Amics de la Seu Vella, Joan Ramon González, mostraba su satisfacción recordando la iniciativa en 2014 de esta entidad de restaurar la Mònica: “¡Al final, todo llega!”.
Un periplo de más de 8 años, entre burocracia y traslados
En octubre de 2015, una fiesta en la Seu Vella despidió a la Mònica, que había sido bajada del campanario en mayo del año anterior. Fue trasladada a los talleres Carvajal en la primera etapa antes de emprender viaje a un taller de Alemania. Pero lo que tenía que ser una parada transitoria se convirtió en años de larga espera. La iniciativa de los Amics de la Seu Vella, tras constatar que la campana sufría una pequeña grieta, que podía acabar por romperla, se topó con un buen número de trabas burocráticas al tratarse de un elemento perteneciente a un edificio que es un monumento histórico.
La Generalitat acabó retomando la iniciativa, pero el retraso obligó incluso cambiar de restaurador, ya que el taller en Alemania había cerrado por jubilación. Finalmente, el pasado marzo la Mònica viajó hasta la empresa Grassmayr de Innsbruck, donde le ‘curaron’ la grieta. En verano regresó a Lleida y se expuso al público en el claustro del monumento desde el 31 de agosto.