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Albert Velasco cuenta para qué sirve un historiador del arte

En un libro divulgativo con historias 'propias' sobre el patrimonio artístico

El historiador leridano del arte Albert Velasco, ayer en la exposición permanente del Museu de Lleida.

El historiador leridano del arte Albert Velasco, ayer en la exposición permanente del Museu de Lleida.RAFA ARIÑO

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“No salvamos vidas, pero contribuimos a un mundo mejor reconstruyendo el gran rompecabezas que es nuestro pasado, que a la postre conforma nuestra identidad”, asegura el historiador del arte Albert Velasco (Lleida, 1976). Por ello, con el objetivo de divulgar la labor de los especialistas en esta rama de las ciencias sociales, Velasco publicará el próximo 22 de febrero el libro A la recerca de l’obra perduda (Pòrtic), “un guiño en el título entre Indiana Jones y Marcel Proust”, sonríe este doctor en Historia del Arte por la Universitat de Lleida. No es el primer libro que firma.

Cuenta con más de media docena de publicaciones académicas, algunas compartidas. Pero esta es la primera dirigida al ciudadano de a pie, para dar a conocer el trabajo de un historiador del arte desde dentro, para enseñar para qué sirve su trabajo. “Y con un marcado objetivo de entretenimiento, algo a lo que habitualmente los historiadores y científicos no se han dedicado en exceso en sus disciplinas”, comenta sobre un libro en el que narra una veintena de historias sobre el patrimonio artístico leridano en las que, de un modo u otro, se convirtió en los últimos años en protagonista principal o secundario, cual ‘Indiana Jones’ del arte medieval.

Profesor en la Universitat de Lleida desde hace más de tres años, Velasco fue técnico conservador del Museu de Lleida entre 2007 y 2019. Evidentemente, una larga etapa que ha marcado su trayectoria profesional. Y eso se refleja en el libro desde el primer capítulo, dedicado “al peor día de mi vida como historiador del arte, el episodio nefasto del asalto policial por el arte de Sigena al Museu de Lleida el 11 de diciembre de 2017, que siempre conviene recordar; un atentado a la integridad de una institución pública que nunca se había visto en la historia de la museología internacional”.

Pero el historiador y escritor promete que la mayoría de historias en el libro son positivas. Como tratar de reconstruir la vida del pintor Pere García de Benavarri casi 600 años después de que se convirtiera en uno de los artistas más notables de su época en la zona de Ponent, la Franja y Huesca. O la ‘estrategia’ para conseguir que la Mare de Déu de les Avellanes acabara en el Museu de Lleida y no en el MNAC en Barcelona.

O cómo descubrió una excepcional botellita esférica de producción persa de los siglos IX-X en el santuario románico de Santa Maria de Cap d’Aran, que hasta entonces había pasado como una “botellita de los chinos”. Velasco explica “el reverso de la investigación, desde el punto de vista más sentimental, más pasional, para transmitir al lector la emoción, el ‘subidón’ de descubrimientos como este”.

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