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Juan Cal: «La literatura del futuro se consumirá más en pantallas»

«La literatura del futuro se consumirá más en pantallas»

«La literatura del futuro se consumirá más en pantallas»MIQUEL ASENSIO

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El periodista y escritor leridano Juan Cal acaba de publicar su cuarta novela, Crim al bancal, con qué se estrena en el género negro y policial y la primera también en catalán. El próximo jueves (19.00 h) la presentará al público en el Café del Teatre de Lleida, acompañado de un auténtico especialista en Crims, Carles Porta, y de la periodista de SEGRE Anna Sàez. Cal explica que se ha tomado esta nueva aventura literaria como “un reto personal y un juego” y avanza que ya tiene a punto una segunda entrega de lo que será una trilogía.

Juan Cal, exdirector ejecutivo de SEGRE, se estrenó en el terreno literario en el 2015 con El exilio de Mona Lisa, título al que siguieron Operación Bucéfalo en el 2018 y Generación 1974 en el 2020. Ahora, en su cuarto libro, Crim al bancal (Pagès Editors), ha hecho un cambio radical de registro.

¿Después de tres novelas de ‘memoria’, con el telón de fondo de diferentes épocas de la historia del siglo XX, por qué el salto ahora al género negro? Tenía muchas ganas de participar en esta ola|oleada literaria detectivesca que se ha dado en Lleida en los últimos años, con autores como Emili Bayo, David Marín, Ramona Solé, Montse Sanjuan o Rafa Melero, una auténtica generación de escritores del género negro de mucha calidad.

Se suma a un género que siempre ha sido de moda, nunca ha perdido vigencia. Claro, no es ninguna moda actual. Hace más de cincuenta años ya triunfaba en Cataluña la colección de novela policíaca Cua de Palla, de Edicions 62, dirigida por el leridano Manuel de Pedrolo. Fue una colección emblemática de novela criminal en catalán, o traducida por escritores como el mismo Josep Vallverdú. En la actualidad, parece como si estuviera más de moda porque los festivales literarios que se celebran de este género le dan más visibilidad.

También ha ‘saltado’ a la lengua catalana. Sí, ha sido todo un reto salir de mi idioma de confort, el castellano, mi lengua materna y literaria. A lo largo de mi trayectoria profesional periodística había escrito muchos artículos en catalán, pero claro, no es lo mismo un centenar de líneas que 150.000 palabras en catalán. A veces cometo errores por el hecho de pensar en castellano y no traducirlo exactamente al léxico catalán. Pero el trabajo del escritor no es individual y solitario. Antes de que el libro llegue a manos de los lectores pasa por manos de amigos que te dan su opinión, por una editora que te mejora la novela y por un corrector que profundiza todavía más en pequeños detalles para llegar al catalán más canónico. Colaboraciones que han pasado la gamuza al texto para que brille al máximo.

¿Qué pasa en ‘Crim al bancal’? Un campesino descubre un cadáver en su tractor en medio de su finca de fruteros. Es una arrancada de la historia muy cinematográfica, como un movimiento de cámara hasta descubrir el cuerpo. A partir de este hecho, se desarrollan dos tramas en paralelo, con la posibilidad de que haya unos autores u otros en función que sean unas víctimas o de otros. De hecho, hasta el final el lector no sabrá ni quién es la víctima ni quien el autor del crimen. La tensión de la trama me permite ir explicando lo que de verdad me interesa: casos de corrupción, de abuso de poder en la política, de abusos sexuales, abusos a los inmigrantes.

¿Un thriller rural? No, en absoluto. No es una historia de campesinos. De hecho, el único que aparece en la novela es el que encuentra el cadáver al principio. La trama se desarrolla en un entorno periurbano, aquel lugar en el cual el ladrillo va desplazando cada vez más al árbol. Lugares que todos hemos visto de niños, que han pasado de paraíso de la infancia a desaparecer bajo bloques de pisos, del verde de los campos al rojo de los ladrillos, lugares en los cuales el gris invade el verde de la naturaleza.

¿En una ciudad inventada? Sí, Mascançà, un nombre que suena bien y que no tiene nada que ver con Mollerussa y el Pla d'Urgell. Hace casi cuarenta años, Vidal Vidal me habló del Clot del Dimoni, que los árabes llamaban Mascançà, por|para su dureza antes de la llegada del agua del Canal de Urgell. En la novela, me he inventado una ciudad con este nombre, que tiene un papel importante de núcleo de la historia.

¿Y los protagonistas? Quería como un personaje bicéfalo: un periodista ya mayor, que ya empieza a estar de vuelta de todo después de muchos años de decepciones, y una abogada joven, feminista, con grandes ideales de transformación del mundo y muy activa sexualmente. De hecho, son como las dos caras de una misma moneda. Los dos se ponen juntos a investigar este caso. Muchas veces discrepan, pero al final se entienden, e incluso acaban en la cama.

¿Alguien de Lleida puede sentirse identificado con alguno de los personajes? Sinceramente, no lo creo. Cada personaje es como un Frankenstein construido de trozos y cosas que he conocido o gente que he tenido en la memoria. La cabeza de un escritor es como una hormigonera en la cual mezclas cosas (cemento, agua, arena...) para sacar el hormigón. Si uno corrupto se reconoce al leerla, él mismo, pero no pensaba en nadie en concreto cuando lo escribía sino en muchos al mismo tiempo. La verdad es que es más fácil modelar desde cero a un nuevo personaje que construir una de ficción a partir de una persona real.

¿Tendrá continuidad esta singular pareja? En principio, he pensado en una trilogía. Pero no tanto para conservar a estos dos personajes, que son el decorado de la novela, porque los protagonistas de verdad son la víctima y los posibles culpables. Quiero que el periodista y la abogada no sean los elementos centrales sino el hilo conductor de las historias. De hecho, ya tengo casi terminada la segunda entrega, en torno a un crimen que se parece mucho a un fratricidio por una herencia que ocurrió en el Pirineo en los años 80, aunque todo descontextualizado respecto a la realidad. Será un homenaje al pallarés –no sé si tendré éxito– y a un escritor como Pep Coll.

Parece una serie novelística muy de cine. ¿Le gustaría que la historia saltara a la gran pantalla o a las plataformas? Desde mediados del siglo XX, todos los autores que han visto cine piensan al escribir en movimientos de película. A todos nos gustaría que nuestra novela saltara al audiovisual, porque creo que la literatura del futuro se consumirá cada vez más en pantallas y menos en papel. Sin embargo, eso sí, siempre habrá alguien detrás que lo haya escrito.

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