LITERATURA BIOGRAFÍA
Pasión y violencia en Arbeca
Joan Puig i Ferreter (1882-1956) fue un importante dramaturgo del modernismo catalán, autor de obras aclamadas en su época como Aigües encantades (1908) y El cercle màgic (1929). Este escritor tarraconense fue además un político activo de ERC durante la Segunda República, que acabó refugiándose en Francia como ministro de Justicia del gobierno en el exilio. Todas sus biografías indican que su padre biológico fue un rico terrateniente que nunca le reconoció.
Ahora, varios familiares y estudiosos han confirmado el nombre de su progenitor: Jaume Esqué, un cacique originario de Arbeca. Este culebrón arrancó en 1875, cuando este rico arbequino se casó con Cinta Puig i Ferreter, una chica de 19 años de La Selva del Camp. Pero Esqué, muy poco después, acabó manteniendo relaciones íntimas con la hermana de su esposa, Maria Consol.
En 1881 se desató el descalabro familiar. Su cuñada quedó embarazada y Esqué la obligó a casarse con otro hombre, Joan Fortuny, quien, al descubrir el embarazo, tampoco quiso reconocer al bebé que estaba por llegar. La partida de bautizo de Joan Puig i Ferreter describe la afrenta: “al tal niño no le reconocía por hijo propio por no haber mediado los ciento y ochenta días desde que contrajo el matrimonio hasta el día de la fecha del nacimiento” (…) y Fortuny “suplicaba que no constara su nombre ni el de sus padres difuntos en la partida de bautismo del niño”.
El mismo Puig i Ferreter, que adoptó los dos apellidos maternos, desvelaría luego por escrito la identidad de su padre, sin citar nombres: “Mi nacimiento no alegró a nadie. Ni al marido de mi madre, porque sabía que el hijo no era suyo; ni a mi madre, porque mi nacimiento significaba para ella el estallido de una catástrofe; ni a mi padre (el cuñado de mi madre), porque temía que se descubriera su infamia”. Jaume Esqué siguió viviendo en La Selva del Camp unos años más, para luego mudarse a Reus y, a la muerte de su padre, regresó a Arbeca.
Tenía muchas propiedades y residía en la casa familiar, un gran edificio de nueve balcones de la calle Sant Jaume, muy cerca de la plaza Major. En verano solía trasladarse a La Selva del Camp. Joan Puig i Ferreter recuerda en su obra Camins de França haberse encontrado a su padre biológico por la calle: “Estaba jugando con otros niños, cuando pasó un señor montado a caballo muy de cerca.
Nos dispersamos por miedo a ser pisoteados. Una mujer le chilló indignada: ‘¡Mátalo, mata a tu hijo si te atreves!’. La mujer se dirigió luego a mí: ‘¿Ves? Ese es tu padre.
Cuando seas mayor, lo tienes que matar’”.
Alineado en el bando reaccionario
Jaume Esqué siguió viviendo en Arbeca hasta que se desataron los acontecimientos de la Setmana Tràgica de Barcelona (1909) en contra del reclutamiento forzoso de la guerra de Marruecos. En solidaridad con los subversivos, varios vecinos de Arbeca se organizaron para incendiar un tren de la línea Lleida-Tarragona que circulaba por la estación de La Floresta (a cuatro kilómetros).
Según escribió el difunto historiador local Antoni Pau, “una denuncia de un vecino acusaba a las autoridades municipales [entonces de orden liberal] de haber permitido aquel hecho”. El denunciante fue precisamente Jaume Esqué, alineado en el bando más conservador del pueblo (su padre fue también alcalde en el siglo XIX). Sus familiares reconocen que fue él quien, al galope sobre una yegua, viajó de noche de Arbeca a Lleida para acusar ante la Benemérita a todo el consistorio de aquel incendio.