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Los paisajes de Vallverdú

Nació en la capital del Segrià, pero ha vivido en ocho poblaciones que han dejado huella en su obra || Lleida, Sant Martí de Maldà, Barcelona, Sant Feliu de Guixols, Puiggròs, Les Borges, L'Espluga de Francolí y ahora, Balaguer, las localidades con más simbolismo para el autor

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Para escribir hay que vivir, y los episodios vitales de Vallverdú, fuente de inspiración para muchos de sus textos, siempre se han visto condicionados por los escenarios donde han transcurrido. La vida familiar, la guerra y el franquismo, el trabajo o sus vínculos con el ámbito cultural son lo que han convertido a Vallverdú en un hombre de geografías. Destacan Lleida, donde nació; Balaguer; Sant Martí de Maldà; Sant Feliu de Guíxols; Puiggròs; Les Borges Blanques y L’Espluga de Francolí, entre otras, donde el autor, de algún modo u otro, enraizó.

Todas tienen para él una gran carga simbólica. Balaguer, por ejemplo, supuso el inicio de su lucha cultural e ideológica contra el franquismo. En cuanto a Les Garrigues, se traducen en su vocación por la enseñanza.

Nacido en la calle del Carme en 1923, Vallverdú pasaba mucho tiempo con su abuelo paterno en Sant Martí de Maldà, en el Urgell. Este ha sido siempre su paisaje de referencia, y es también donde aprendió a valorar el estar en contacto con la naturaleza y trabajar la tierra. Por el otro lado, la vida urbana en la capital de Ponent adopta el significado opuesto, con un gran protagonismo de la educación escolar y civil con su familia más cercana.En 1938, durante la Guerra Civil ante los bombardeos en Lleida y la inminente entrada de las tropas de Franco a la ciudad, la familia de Vallverdú se refugió en Puiggròs y, más tarde, en Sant Martí de Maldà.

Finalmente, se trasladó a Barcelona, donde su padre consiguió trabajo. Es ahí donde a Vallverdú se le abre todo un mundo a nivel cultural, que se dispone a explorar al empezar a estudiar la carrera de Filosofía y Letras, especializándose en Filología Clásica. Ahí elabora también las primeras traducciones y originales editados, profundiza en la literatura y consolida amistades en el campo del “espíritu catalán” como son Víctor Seix, Pere de Palol o Isabel Arqué, que más tarde se convirtió en su esposa.

Incluso colabora en Temps, una revista clandestina.Otro de los paisajes que han marcado la vida del escritor es Sant Feliu de Guíxols, en la Costa Brava, donde se trasladó en 1949 para trabajar en una academia, que cerró sus puertas al poco tiempo, por lo que tuvo que buscarse la vida y entró a trabajar como escribiente en una fábrica de corcho, la industria tradicional de la zona. Es en esa época y en ese paisaje –puramente mediterráneo– donde Vallverdú escribió sus primeras novelas. Concretamente, publicó tres novelas juveniles, una de las cuales le dio su primer premio literario en Alcoi.

Colaboró también con la revista Àncora como redactor todoterreno y haciendo críticas de cine. Él mismo califica esta etapa como su “escuela de periodismo, en castellano, claro”, y a nivel vital la evoca como “siete años pródigos en eventos vitales, en maduración”. En este sentido, es cuando se casó y, un año más tarde, en 1953, tuvo a su único hijo, Eloi.

El estado de salud del pequeño, que nació con oligofrenia, condicionó la vida familiar. Tras la muerte de su abuelo y su padre en 1956, la familia regresó a Ponent. Ya camino de la madurez y tras 16 años fuera, Vallverdú se instaló en Balaguer, donde se reencontró con el paisaje de sus veranos infantiles y la ruralidad.

Ahí escribió ya con más intención y en catalán, coincidiendo con una época de mayor apertura editorial. En 1959 se traslada al Institut de Lleida con el fin de poder ofrecerle a su hijo una educación especializada y empezó a darse a conocer en los círculos intelectuales de la ciudad. Meses más tarde ve publicado El venedor de peixos, su primer libro en catalán, y al poco empieza a colaborar asiduamente con la revista Cavall Fort.

Él mismo califica los siguientes años de su vida como su “etapa de traducción más intensa”, con un gran número de traducciones para Edicions 62 y otras editoriales. En 1963 decide escribir otra novela juvenil, que tituló L’abisme de Pyranos, y con la que ganó el premio Joaquim Ruyra, aunque Ramon Fuster le cambió el título por Trampa sota les aigües, siendo su novela más reeditada. Vallverdú no se siente cómodo con la represión y el conformismo implantado en la posguerra y sus inquietudes lo empujaron a teorizar sobre el espíritu del llamado leridanismo y en 1967 coordina el libro colectivo Lleida, problema i realitat.

Posteriormente, terminó la construcción de una casa en Puiggròs, y su hijo se trasladó a un centro privado en Sudanell. Es en ese paisaje rural, entre sonidos de grillos y avispas, que escribió Rovelló, su libro más traducido y con el que ganó el premio Josep Maria Folch i Torres. Inició entonces su etapa como docente en Les Borges Blanques, primero en el Col·legi Montserrat y más tarde en el instituto que hoy lleva su nombre.

Desde Les Garrigues viajó también al extranjero y ganó las oposiciones a cátedra. Escribió entonces a razón de un libro por año, una de las producciones más prolíficas de la literatura infantil y juvenil en catalán, y aumentó las colaboraciones con la prensa. Fue finalista del premio Josep Pla con Proses de Ponent (1970) y Indíbil i la boira (1982).

Aunque esto es solo el principio de una lluvia de reconocimientos que parece no acabar y entre los que destacan la Creu de Sant Jordi (1990), el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes (2000) o el doctorado honoris causa por la Universitat de Lleida, entre otros. Cuando él y Arquè se jubilaron en 1988, se mudaron a L’Espluga de Francolí, desde donde escribió ensayos, dietarios y autobiografía.

Una biografía que se sigue escribiendo

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