POLÍTICA CULTURAL PATRIMONIO
El estreno de la réplica del sepulcro del vizconde Àlvar de Àger en el monasterio de les Avellanes ha animado las visitas
También ha reabierto la discusión sobre las reproducciones de arte, con la mirada en el románico de Boí o el Museu de Lleida
El viernes se cumplió un mes del estreno en el monasterio de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes de la reproducción del sepulcro del vizconde Àlvar de Àger, en un proyecto de recuperación patrimonial bajo el paraguas de la diputación de Lleida. Las visitas a este edificio monumental de La Noguera se han reavivado desde entonces, con mucha gente que se interesa y se retrata junto a una colosal obra funeraria de casi 800 kilos entre la caja sepulcral, las dos ménsulas que la soportan y la pieza superior con la escultura que tapa el conjunto. El sepulcro original, esculpido a caballo entre el siglo XIII y el XIV, se exhibe al otro lado del Atlántico, en Nueva York.
No obstante, esta réplica ‘calcada’ de la original y con un material que reproduce de forma más que fidedigna la piedra de hace más de setecientos años “ha provocado una notable atracción de visitantes”, destaca el director del monasterio, Robert Porta. “Es una propuesta interesante para revalorizar el territorio y para la gente sin posibilidad de viajar para ver los originales”, señala. El proyecto también ha reabierto el debate sobre la idoneidad de las copias de obras de arte, sobre todo a raíz de la polémica del arte de la Franja del Museu de Lleida o la más lejana en el tiempo del románico de La Vall de Boí y otros puntos del Pirineo de Lleida.
¿Es el mismo caso que el del monasterio de Les Avellanes? El director del Museu de Lleida, Josep Giralt, lo tiene muy claro: “Incorporar copias en los museos solo tiene sentido en clave didáctica o de accesibilidad, pero no tendría ni pies ni cabeza, por ejemplo, reproducir la caja sepulcral de la abadesa de Sigena que un juez ha ordenado trasladar de Lleida al monasterio oscense”. Giralt añade que “están muy bien los proyectos del mapping de Sant Climent de Taüll o de los sepulcros del panteón de los condes de Urgell en Les Avellanes porque tienen por objetivo la dinamización de un monumento o de un territorio, pero las copias no pueden estar en un museo, solo en el caso de que el original se perdiera”. También recuerda el caso de la Mare de Déu de Saidí, que estaba al culto durante décadas en la iglesia de Sant Llorenç de Lleida y que también acabó ‘enviada’ a la fuerza al museo de Barbastro.
“Al final se hizo una copia a escala de la talla religiosa para volver a lucir en Sant Llorenç, pero un templo no es un museo”, añade.También es de la misma opinión la anterior directora de la pinacoteca y actual técnica de patrimonio del Institut d’Estudis Ilerdencs, Montse Macià, que recuerda una consideración de peso: “Las copias del arte de la Franja habrían tenido sentido si los originales se conservaran en el Museu de Lleida y las réplicas se exhibieran en las parroquias de origen de las obras, pero al final estas han acabado en un lugar donde nunca antes habían estado, en el museo de Barbastro. Se ha desvestido un santo para vestir a otro”.Desde la Diputación, su vicepresidenta y alcaldesa de Os de Balaguer, Estefania Rufach, afirma que “las réplicas no tienen tanto sentido en los museos como en los pueblos, que podrían disfrutar así de obras de arte perdidas o expoliadas sin necesidad de entrar en batallas judiciales y guerras que hacen daño a la cultura”. Rufach advierte que “nunca hay que renunciar a reclamar los originales, pero mientras no sea posible contar con ellos, las reproducciones no dejarían ‘desnudos’ a los pueblos”.
En este sentido, la réplica del sepulcro en Bellpuig de les Avellanes “abre un camino para poder volver a disfrutar de lo que un día se malvendió o robó”, concluye.
El conde Ermengol X y sus padres, Àlvar y Cecília
La fidedigna reprodución del sepulcro del vizconde Àlvar de Àger ya luce desde hace un mes en una capilla lateral junto al presbiterio de la iglesia del monasterio de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes, ocupando justo el espacio vacío que dejó el original, cuando fue vendido en 1906 y que hoy puede admirarse en la sede The Cloisters del Metropolitan Museum de Nueva York. Ahora esperan su turno de réplica los otros dos conjuntos funerarios principales del denominado panteón de los condes de Urgell en Bellpuig de les Avellanes, cuyos originales también se exhiben en el museo neoyorquino: el del conde de Urgell Ermengol X, hermano mayor de Àlvar, y el sepulcro doble de los padres de ambos, Àlvar de Cabrera i Urgell y su esposa Cecília de Foix.