Confesiones en el Pirineo

La escritora, periodista y editora barcelonesa Iolanda Batallé regresa en su nueva novela al Pirineo leridano de su infancia para escribir una historia repleta de confesiones íntimas. Batallé presentará Massa deutes amb les flors (Columna), mañana en la librería La Fatal de Lleida (12.00 h), y hoy viernes tiene previsto mantener un encuentro con el club de lectura de la librería L’Argonauta de Balaguer. “Me gusta observar, escuchar..., reivindico la escucha activa de los otros”, explicó la autora a SEGRE, sobre lo que ella denomina ‘literatura del tú’. 

Y es que el nuevo libro de la exdirectora del Institut Ramon Llull y actual responsable de la librería Ona Llibres de Barcelona (del leridano Tatxo Benet) nació escuchando a una persona en la Baixa Cerdanya de su infancia. “Hace más de setenta años que la familia tenemos una casa en Prats i Sansor, cerca de Bellver; allí me bautizaron, y ahora hace una década que me ocupo de ella”, recordó. Un día fue a parar casi por casualidad a un pueblecito cercano, que acabó inspirando Les Valls Altes, el espacio donde se desarrolla la historia. “Paseaba junto con un señor mayor que sabía mucho de la montaña, de los árboles, de la naturaleza del entorno..., y acabó confesándome cosas de su familia; y claro, contarle secretos a una escritora es como abrazar a un carterista”, comentó. Batallé ficciona a través de un texto poético, confesional, una tragedia familiar y una crítica a cómo mucha gente de ciudad ve la montaña como un lugar idílico, de postal, sin pensar en la dureza que implica la vida rural. “La vida nos cuesta a todos, pero en la montaña es especialmente dura, y más aún para las mujeres. Las que se atrevían a no seguir el ‘camino’ establecido pagaban un ‘precio’ y se las acababa calificando de locas, brujas o putas”, afirmó. 

Diez años después de Faré tot el que tu vulguis (premio Prudenci Bertrana), Batallé regresa a la novela con “una historia que me ha acompañado durante años”, y con un título que tomó prestado de un poema de Antònia Vicens: “Por muy difícil que sea la vida, aún no es hora de morirse, siempre llega la primavera y estamos en deuda con las flores”.