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LLEIDA

La Panadella, ¿frontera mental?

Escritores de Lleida, la Segarra y Barcelona cuestionan las barreras geográficas y sociales entre Ponent y la ciudad condal. Debate con Montserrat Vendrell, Anna Punsoda y Jaume Clotet

Joana Soto, Anna Punsoda, Montserrat Vendrell y Jaume Clotet, ayer minutos antes del debate. - AMADO FORROLLA

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Para los leridanos, la Panadella es mucho más que un punto geográfico en la antigua carretera N-II camino de Barcelona. A pesar de la mejora en la comunicación que ha supuesto la actual autovía A-2, mentalmente el cambio de límite provincial supone muchas veces una infranqueable barrera para que las voces sociales y culturales de Lleida tengan un gran eco en la capital catalana. Este fue el hilo conductor del nuevo debate organizado ayer en el marco del Sant Miquel de les Lletres, en la sala Alfred Perenya de la concejalía de Cultura de Lleida. La activista cultural y editora Joana Soto condujo la mesa redonda titulada La N-II. Eix vertebrador, un enunciado que sirvió para abrir un debate sobre “¿por qué le cuesta tanto a la Lleida cultural atravesar la frontera de la Panadella para ir más allá, hasta Barcelona?”. Sobre todo, como enumeró Soto, “porque en Ponent contamos con diversidad de sellos editoriales, festivales literarios, citas escénicas de prestigio o compañías teatrales cabeceras en el ámbito infantil juvenil”.

En un viaje imaginario por la N-II, abrió el turno de intervenciones el periodista, historiador y escritor barcelonés Jaume Clotet (“de Sarrià”, puntualizó), que recordó sus raíces leridanas en Gerri de la Sal y Cervera. “Me acuerdo de cuando mi madre viajaba de niña de Barcelona a Gerri. Iban en taxi, paraban a almorzar en la Panadella y llegaban de noche; y el taxista se quedaba a dormir para volver al día siguiente”, explicó Clotet, que remarcó “el progreso experimentado en las conexiones físicas, pero sigue habiendo como una distancia mental entre Barcelona y Ponent”. En este sentido, no quiso olvidar que “históricamente ha existido un sector que tenía la voluntad de separar, de que Lleida esté lejos de Barcelona. Por ejemplo, en la postguerra, con el leridanismo, hubo un intento de acercar Lleida a Aragón y separarla de Catalunya”.Siguiendo el trayecto por la actual A-2, la periodista, escritora y traductora Anna Punsoda, que desde hace unos años ha regresado a su Segarra natal, en Concabella, reconoció que “como escritora residente en la Segarra no he tenido dificultades para seguir publicando; como editora ya es más complicado, cuesta mucho seducir a autores de Barcelona; y como dinamizadora cultural, reivindico un país con estructuras culturales de tamaño mediano, que no dependan de los colores políticos de cada municipio, que sirvan para descongestionar Barcelona”.Finalmente, el ‘viaje’ por la N-II llegó a Lleida de la mano de la filóloga, profesora y escritora Montserrat Vendrell, que con su primera novela, Sabó de casa, triunfó en el Sant Jordi del año pasado en Ponent. La autora de Alguaire aseguró que “soy un ejemplo vivo de que los escritores de Lleida no lo tenemos nada fácil”. En este sentido, revivió la montaña rusa de emociones que supuso su estreno literario, desde “la sorpresa cuando me llamaron desde Pagès Editors para publicar la novela” y la emoción y el entusiasmo cuando le informaron de que Sabó de casa había sido uno de los títulos más vendidos de la diada del año pasado hasta la “perplejidad” al comprobar cómo “en los días siguientes no pasó absolutamente nada, ninguna entrevista, me quedé descolocada”. Por ello, Vendrell lamentó “el trato desigual en televisión y prensa que reciben los autores mediáticos y los periféricos o ‘satélicos’ como yo”.

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