SEGRE

POLÍTICA CULTURAL ENTREVISTA

M. Teresa Cabré: «La lengua catalana es la suma de hablas de sus diferentes territorios»

La lingüista y presidenta del IEC destaca el esfuerzo de la academia catalana por dar a conocer sus actividades de proyección y difusión, como el nuevo ciclo 'Diàlegs', que se estrenará el miércoles en Lleida

«La lengua catalana es la suma de hablas de sus diferentes territorios» - ROGER BARRAGÁN

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La lingüista Maria Teresa Cabré (L’Argentera, Baix Camp, 1947), doctora en Filología Románica, catedrática emérita de la Universitat Pompeu Fabra y presidenta desde 2021 del Institut d’Estudis Catalans (IEC), presentó el pasado jueves en Lleida el nuevo ciclo Diàlegs, de debates de actualidad junto a la Universitat de Lleida, el Grup SEGRE y el Orfeó Lleidatà.

¡Primera presidenta del Institut d’Estudis Catalans desde 1907!

Claro, ¿cuántas mujeres hay en la institución? Cuando yo entré en el IEC en 1989 fui la segunda, después de la farmacéutica y profesora Creu Casas. La desproporción de mujeres era muy bestia. Desde este 2024 tenemos la ley de Igualdad, que declara la tendencia hacia el equilibrio y/o paridad en todos los ámbitos del IEC. Cuando llegué a la presidencia en 2021, las mujeres éramos el 14%. En estos tres años hemos crecido hasta el 24%. El progreso ha sido considerable.

¿Cómo difundir más el trabajo que se lleva a cabo en el IEC?

Hacemos un esfuerzo de proyección hacia el exterior de lo que hacemos. Es un trabajo enfocado sobre todo, primero, hacia los poderes públicos. No nos conocen y muchos no sabían ni qué hacíamos. Pero organizamos 350 actividades al año; contamos con 84 proyectos de investigación en catalán y con 96 personas trabajando como técnicos. Y en el ámbito científico hemos puesto en marcha un portal con todo tipo de recursos lingüísticos que no lo tiene ni la lengua española.

¿Y en la calle, saben lo que hacen?

Tenemos que hacer grandes esfuerzos para proyectarnos. Se divulga mucho la parte de la lengua pero se conoce menos todo el trabajo en el campo científico. Además, tenemos que saber divulgarlo de forma que todo el mundo pueda entenderlo. En este sentido, un buen instrumento es este nuevo ciclo Diàlegs de debates divulgativos, que emprendemos en Lleida de la mano de la Universitat, el Grup SEGRE y el Orfeó Lleidatà. De cara al año que viene queremos impulsar la descentralización, para hacer crecer la red del IEC fuera de la sede central de Barcelona. Esta actividad en Lleida también va en este sentido.

La lengua catalana sigue siendo el objetivo prioritario.

Sí, el IEC intenta cumplir con las necesidades en todos los ámbitos pero el primero es la lengua. La columna vertebral de un país es la lengua, antes que la cultura. La lengua es el pal de paller que identifica la catalanidad, y la cultura que la envuelve tiene que hacer de cojín. Siempre tenemos que estar vigilantes con la lengua, acompañándola, porque la realidad del catalán es la de un idioma medio, con hablantes suficientes, pero sin un Estado detrás que lo apoye. Por eso es necesario potenciar el Institut d’Estudis Catalans.

Una lengua unitaria, pero flexible mirando a todos sus territorios.

Sí, claro, una lengua como tal no tiene una realidad, sino que es la suma de las hablas de sus diferentes territorios, cada una con sus características singulares. Si nos creemos que la lengua catalana es una, los hablantes de todos los territorios deben sentirse identificados. En los primeros años de la democracia, en la época de la normalización lingüística, se trabajó mucho sobre el estándar del catalán para obtener un registro en el que todos nos sintiéramos identificados. Ahora ya sabemos que la lengua es una, pero diversa territorialmente.

¿Cómo ve el catalán en la Franja?

Muy preocupante. La retirada formal de apoyo por parte de la administración es una mala noticia. Hace poco visité Mequinensa y Calaceit y me di cuenta de que, a nivel de los ayuntamientos, hay una resistencia catalanística en relación con la lengua. Me esperaba una situación catastrófica ante la posición radical y dura del gobierno de Aragón, como una especie de deserción desde los ‘mandos’, pero desde la ‘tropa’ de hablantes se mantiene una resiliencia que hay que acompañar. Hay una movilización en marcha por la lengua desde el punto de vista de la sociedad civil, de las entidades y el asociacionismo.

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