LLEIDA
Payeses en lucha contra gitanos y, en medio, la Guardia Civil
Pep Coll regresa a la actualidad literaria con la novela 'Els crims de la mel'
El escritor pallarés Pep Coll rememora que, de niño, “en cada hogar había una escopeta para cazar pero, cuando se te subía la sangre a la cabeza, era fácil liarse a tiros”. Eran los años 50 y aún hay vecinos en la zona que recuerdan el ‘crimen del gitano’, un asesinato en medio del bosque del que, horas más tarde, un inocente se declaró culpable. Este episodio real se ha convertido en material de ficción en la nueva novela de Pep Coll, Els crims de la mel (Proa), que hoy sale a la venta. Una década atrás, el escritor de Pessonada logró el favor de crítica y lectores con Dos taüts negres i dos de blancs, una historia en la que noveló un crimen real. Ahora, en este nuevo relato ‘negro’, el crimen real solo es un detonante para tratar a través de la ficción sobre lo que de verdad interesaba al autor: “El ancestral enfrentamiento entre el payés que vivía en un masía, casi ‘fortificada’, y el gitano ambulante, que cada día cambiaba de horizontes. Me interesaba este contraste entre una persona, el heredero de la casa, que desde su nacimiento estaba destinado a ver siempre el mismo paisaje, frente al que nacía destinado a deambular en una vivienda tan frágil como era la tartana”. Y, en medio de esta historia, la Guardia Civil. “También deambulaban de un destino a otro, de una punta a otra del país, en una época en la que el cuartel también era habitualmente el hogar de toda la familia”, añade el escritor.
En Els crims de la mel, Coll pone en el centro de la historia elementos dispares cargados de intriga, como una masía centenaria y una tartana itinerante, un primer crimen imprevisto, unos investigadors policiales desconcertados, tres hermanos poco avenidos y una familia gitana de vida ambulante. Todo un cóctel en que, además, el autor ha añadido una historia de amor en una trama “estructurada como una novela policíaca desde el mismo título”, que hace referencia a la apicultura tan común en aquel tiempo en esta zona del Prepirineo, donde “el azúcar era todo un lujo al alcance de muy pocos”.Coll comenta que “la novela bien podría haberse titulado ‘Presoners’ porque la joven gitana se podía sentir así dentro del clan familiar porque la casaron con 15 años, pero también el payés podía tener esta sensación como hereu que tiene que quedarse en la masía”.Otra cuestión en la que el autor ha profundizado con interés ha sido el respeto a los viejos y el proceso de la muerte, el duelo y el luto en el mundo gitano. “Velan al difunto durante tres días, como una fiesta, porque consideran que su alma sigue allí. En cambio, los payos se sacaban el muerto de casa como antes mejor”, afirma el escritor, seguro de que el final de la novela sorprenderá: “El lector descubrirá por qué un inocente se declara culpable”.