Las obras de Sijena, 'ocultas' desde hace 2 años y medio

La madrugada de ayer miércoles, 11 de diciembre, se cumplieron 7 años del polémico traslado por orden judicial de 44 obras de arte del Museu de Lleida al monasterio de Sijena, con el apoyo de un fuerte dispositivo policial, con Guardia Civil incluida paseándose por el interior de la pinacoteca, y en el marco de la intervención de la Generalitat por el artículo 155 de la Constitución, dos meses después del 1-O. Más allá de las críticas vertidas en aquel momento por la mayoría de expertos en arte y conservación del patrimonio sobre la idoneidad de un traslado en camioneta y furgoneta de obras de época medieval y, sobre todo, de las nulas condiciones museísticas del monasterio oscense para albergar y exhibir estas piezas, lo paradójico del caso es que todo este arte lleva ‘oculto’ en este edificio religioso de Villanueva de Sijena desde hace dos años y medio, sin que pueda ser visitado por el público debido a los trabajos de rehabilitación del cenobio. Contradiciendo algo que era obvio –que el edificio no reunía las condiciones para acoger el arte–, el gobierno de Aragón acabó por cerrar al público el monasterio el verano de 2022 para impulsar de una vez por todas la restauración del edificio. De hecho, por este motivo, se desconoce también el estado actual de conservación de las piezas, guardadas en este edificio en obras. Desde la Generalitat se sigue lamentando la salida de este arte del Museu de Lleida, donde estaba “bien preservado” y se podía visitar, mientras que el ejecutivo aragonés insiste en que “el arte se encuentra en el lugar del que nunca antes debería de haber salido”, recalcando que las obras se encuentran en “óptimas condiciones”. Aunque los primeros plazos para la reapertura del monasterio se fijaron para finales de este 2024, el pasado septiembre el presidente de Aragón, Jorge Azcón, anunció sin establecer una fecha determinada que Sijena reabrirá durante el primer trimestre del 2025. Visto lo cual, parece que la coyuntura política de 2017 influyó más que la urgencia en llevarse las obras del Museu de Lleida.