MÚSICA FIESTAS POPULARES
Tradiciones navideñas de Ponent
'El Cant de la Sibil·la' cumple más de una década en La Seu d'Urgell, repite en Lleida y se estrena en Golmés. Organyà celebra la noche de Navidad el ancestral baile de Lo Cavallot y la Balladora
Pastorets y pessebres vivents no son las únicas tradiciones escénicas típicamente navideñas catalanas. Poco a poco, en Ponent se va recuperando un rito de origen pagano que, como otros, la Iglesia adoptó en su día: el Cant de la Sibil·la, un drama litúrgico y de canto gregoriano en el que la ‘adivinadora’ pronostica la llegada del Mesías y el final del mundo. La tradición marca que esta celebración escénica y musical tiene lugar la noche de Navidad, antes de la Misa del Gallo. Y en la catedral de La Seu d’Urgell cumplen con ella desde que la recuperaron el año 2011. De hecho, existe constancia de que ya se cantaba al menos en el siglo XII. La versión interpretada actualmente se encuentra descrita en el Ordinari de la Catedral de La Seu, impreso el año 1536. Se incorporó a la escenificación del Retaule de Sant Ermengol, con diversas corales en concierto, y en 2011 se restableció en su contexto histórico original: la noche de Navidad en la Catedral, antes de la Misa del Gallo.
En Lleida, la Fundació Horitzons 2050 impulsó el Cant de la Sibil·la en 2023 y el pasado martes, como informó SEGRE, celebró la segunda edición en una iglesia de Sant Llorenç abarrotada de público.
Y en el municipio de Golmés, en el Pla d’Urgell, estrenaron la noche del 24 de diciembre un Cant de la Sibil·la interpretado por la soprano Inés Juanpere, acompañada por la formación Bellpuig en Cor y con Albert del Viso al órgano. Numeroso público siguió la interpretación en la iglesia de Sant Salvador, que precedió a la Misa del Gallo.
Por otro lado, Organyà también recuperó hace unos 25 años una tradición histórica de origen medieval que revive desde entonces cada 24 de diciembre: la leyenda de Lo Cavallot y la Balladora. Lo Cavallot, un personaje vestido de rojo y con una máscara de caballo, que se cree que simbolizaba el poder feudal, ejecutó de nuevo en la plaza L’Església un baile de mofa sarcástica ante los antiguos monjes agustinos del municipio.
La danza siguió con la aparición de la Balladora, un hombre caracterizado de mujer que representaba al pueblo, escenificando entre ambos el dominio feudal sobre la población.
También como cada año, la plaza de Les Homilies acogió acto seguido otro rito local ancestral, la quema del carro.