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Karim Benzema y Jakub Rzezniczak en un lance del partido disputado en un estadio totalmente vacío.

Karim Benzema y Jakub Rzezniczak en un lance del partido disputado en un estadio totalmente vacío.

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El modesto Legia sacó los colores al vigente campeón de Europa, un Real Madrid desconocido que se contagió del gélido ambiente de un encuentro a puerta cerrada, para dejar escapar dos tantos de ventaja y acabar empatando un partido de descontrol en el último suspiro gracias a un tanto de Mateo Kovacic (3-3). Todos los condicionantes del encuentro en Varsovia lo convertían en un duelo extraño. Frío sin público, enorme diferencia de nivel. Mantener la concentración no fue sencillo para los jugadores del Real Madrid, que por momentos sintieron que jugaban más un partido de entrenamiento que de ‘Champions’ y lo acabaron pagando.

Pretendía golear Zidane, con la calculadora en la lucha por el liderato de grupo con el Borussia Dortmund, y como era irrefrenable ya el empuje de Morata, inventó algo nuevo con tal de no sentar a Benzema. El canterano y la BBC juntos, un 4-4-2 solo sostenido defensivamente por Kroos y Kovacic. Renunció al equilibrio y se estrelló. Y eso que no dio tiempo a ver como se asentaban en un día extraño, cuando Bale firmó el primero a los 55 segundos, el gol más rápido de la historia del club en la Champions. Nada hacia pensar que en el terreno donde el Dortmund marcó seis, el Madrid no se pasease. Y así pareció cuando Benzema elevó la cuenta a la media hora.

El Legia avisó con un gol antes del descanso (1-2). pero el hundimiento blanco llegó con una falta de actitud en la segunda mitad. Radovic se aprovechó de la pasividad de la zaga madridista para empatar. La sorpresa saltó cuando Moulin anotó el 3-2, culminando la remontada a siete minutos del final. No obstante, Kovacic evitó el descalabro sellando el empate final.

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