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Quique Sánchez Flores, pensativo en su regreso al Calderón.

Quique Sánchez Flores, pensativo en su regreso al Calderón.

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Un empate dejó en nada una jornada propicia para el Atlético de Madrid, anulado por un impenetrable Espanyol (0-0) y salvado por dos paradas formidables del portero esloveno Jan Oblak, indispensable para el punto sumado por un conjunto rojiblanco sin respuestas, sin fútbol y sin apenas oportunidades en 90 minutos.

Fue un empate frustrante para el Atlético. No ganó ninguno de los tres equipos que le precedían en la tabla. Ni el Real Madrid ni el Barcelona, empatados en el Camp Nou, ni el Sevilla, doblegado en Granada. Tampoco el Villarreal, que igualó en Leganés. Pero tampoco lo hizo el equipo rojiblanco, incapaz de reducir las distancias.

Mucho mérito tuvo el Espanyol de Quique Sánchez Flores, que regresaba al Calderón. El despegue y la racha con la que se presentó en el estadio rojiblanco, siete encuentros consecutivos sin derrota, responde a un equipo con mucho trabajo, tácticamente perfecto casi todo el choque, compacto en el repliegue, largo e intencionado a la contra, y casi inaccesible para el Atlético. El Espanyol sumó un punto más que merecido, que le permite seguir creciendo y que le sitúa en una décima posición provisional en la tabla.

El Atlético no encontró nunca la manera de superar el cerrojo que el Espanyol impuso sobre su portería. Ni en posesiones largas ni en desmarques rápidos, siempre avistados con una visión extraordinaria por el portugués Tiago Mendes, pero, también, interceptados antes de su destino. Tampoco por las bandas, salvo en puntuales individualidades.

En otros encuentros que se disputaron ayer, el Sevilla cayó sorprendentemente 2-1 en Granada, mientras que Leganés y Villarreal empataron 0-0.

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