DEPORTES
Festín en Vitoria
El Barcelona aniquiló al Deportivo Alavés (0-6) en un partido dominado de principio a fin por los jugadores de Luis Enrique en el anticipo de la final de Copa del Rey, que dejó la mala noticia de la grave lesión de tobillo de Aleix Vidal. A los azulgranas le bastaron ocho minutos mágicos, entre el 59 y el 67, para sentenciar un encuentro que llegó con 0-2 al descanso.
El cuadro azulgrana salió a escena con rotaciones en los laterales. Aleix Vidal y Digne dieron descanso a Sergi Roberto y Jordi Alba, que ingresaron desde el banquillo, y fueron los protagonistas para dar amplitud a un Barcelona completamente superior que notó la vuelta de Busquets, en un día que sirvió para el regreso de Iniesta a la competición liguera. Solo Theo Hernández, que al final fue el protagonista negativo lesionando a Aleix Vidal, pudo cambiar el sino de un partido sin historia decidido con los goles de Neymar, Messi, Alexis, en propia portería, Rakitic y con el doblete de un Luis Suárez que se coloca con 18 goles como Pichichi en la competición, sacando un gol de ventaja sobre Messi.
El Barça recuperó su mejor versión de toque ante un Alavés que esperó agazapado en defensa
Arrancó con alta intensidad un partido que se prestaba clave ante un Alavés con un once de circustancias, después del desgaste copero en su victoria sobre el Celta de Vigo (1-0) que le dio el billete para la final ante los azulgranas. Mauricio Pellegino introdujo variaciones en su alineación al dejar fuera del equipo a hombres clave como Zou Feddal, Ibai Gómez o Toquero y relegar al banquillo a Kiko Femenía, Camarasa y Deyverson. Unos cambios en la alineación que se hicieron notar en el terreno de juego pese a tener las piernas más descansadas. Y es que el Barcelona mostró sus armas desde el principio. El regreso de Busquets dotó al equipo de una mayor consistencia defensiva y la presencia de Messi entre líneas hacía estragos en un Alavés replegado en apenas treinta metros con Christian Santos descolgado en busca de las contras.
El conjunto de Luis Enrique dispuso de la primera ocasión en botas de Leo Messi, pero Pacheco, que no tuvo su mejor tarde, atrapaba con algo de fortuna el balón. Por su parte, el Alavés esperaba ordenado atrás para lanzar contras vertiginosas, como se pudo ver en una galopada poderosísima del francés Theo Hernández, beneficiado por el error en la cobertura de Digne, desde su propio terreno de juego y que Ter Stegen se encargó de desbaratar con el cuerpo.
Fue el preludio de lo que iba a ocurrir. Un oasis en medio del desierto. El Barcelona siguió a lo suyo, tocando el balón como en sus mejores versiones, y pronto encontró su recompensa con el 0-1 de Luis Suárez, después de una jugada de costado a costado que definiría el charrúa a pase de Aleix Vidal, preciso en el centro desde la banda. Leo Messi, omnipresente en la creación ofensiva, filtraba poco después un balón picado que no acertó a despejar Pacheco y el esférico, tras golpear en la cabeza de Luis Suárez, le caía a Neymar para poner, de primeras, la tranquilidad con el segundo de la tarde.
A la vuelta de vestuarios, pese al intento de Pellegrino por recomponer la defensa con la entrada de Kiko Femenía y formar una defensa de cinco, Messi se encargó de dejar los planes del técnico en papel mojado. Una pérdida de Neymar que derivó en un despiste defensivo del cuadro alavesista lo aprovechó el argentino con una presión asfixiante para robar el balón y batir por bajo a Pacheco (0-3).
Por si fuera poco, un balón entre la línea de centrales que metió Luis Suárez hacia Leo Messi terminó en un autogol de Alexis tras un intento de despeje de Theo Hernández que golpeó en su compañero. No paraba la fiesta del gol y el croata Ivan Rakitic aprovechaba un taconazo involuntario de Luis Suárez para matar el partido, mientras que el uruguayo marcaba a portería vacía para seguir adelante en su pelea por el Pichichi.
La tormenta de los hombres de Luis Enrique cesó y el partido bajó de intensidad, pero la mala noticia de la tarde llegó en el minuto 85, en una jugada aparentemente sin peligro, cuando Aleix Vidal sufrió una lesión de gravedad con un tobillo destrozado, fuera de sitio, en un choque con Theo Hernández, que entró con los pies por delante. El lateral, que venía cogiendo minutos y protagonismo en el engranaje de Luis Enrique, se retiraba con lágrimas en los ojos y en camilla.