Leridanos en Hong Kong

Son jóvenes, están bien preparados pero la puerta de entrada al fútbol profesional la han encontrado muy lejos de Lleida, en Hong Kong. Borja Álvarez lleva dos temporadas como entrenador de porteros en el K.C. Southern y Joel Donés ha cumplido su primera campaña como preparador físico del mismo equipo, que ha finalizado en la tercera posición en la Liga de ese país.

Ambos han renovado una temporada más y valoran muy positivamente su experiencia. El principal inconveniente son los casi 11.000 kilómetros que les separan de sus familias y amigos en Lleida.

“Lo mejor que he hecho en la vida es dar este paso”, explica Borja. “He crecido profesionalmente y como persona y veo que hasta entonces me había perdido muchas cosas. Hacemos lo que nos gusta y hemos conseguido el sueño de entrar en el fútbol profesional”, añade. Joel, por su parte, se confiesa “muy contento con la experiencia, que está siendo muy buena. Nos valoran mucho el trabajo que hacemos”. “Es un tren que teníamos que coger”, añade Borja.

Ambos coinciden en que no podían rechazar una oportunidad como esta que “pasa pocas veces”

El primero en llegar fue Borja. “Acabé los estudios de Inef y me fui de prácticas al Espanyol B. Un compañero se fue a un equipo de Hong Kong, el Kitchee, donde estaba de entrenador Molina, el exportero del A. Madrid. Su segundo, Ricky, fichó por el K.C. Southern y le dijo a mi compañero que buscaba un entrenador de porteros extranjeros. Me llamó y me fui”.

Y Borja se llevó a Joel. “Yo compaginaba estudios y trabajo, algo que he hecho siempre. Me fui a Malta a estudiar inglés y al volver a Lleida me encontré con Borja. Volví a Malta y solo llegar me llamó para irme con él”. “El entrenador me dijo que necesitaba un preparador físico y le envié el currículum de Joel. Tuvo dos días para decidirse”. “Es una oportunidad que pasa pocas veces. Solo podía decir que sí”, añade Joel.

Borja, al ir solo, tuvo más difícil la adaptación. “El primer año fue duro, pero profesionalmente muy bien, el equipo acabó cuarto. El segundo año, viviendo con Joel ha sido fantástico”.

“Allí nos movemos en inglés. Se habla chino cantonés, que solo se usa en Hong Kong y en China no lo entienden porque hablan mandarín. Así que sabemos lo justo para movernos por allí en taxi, en las tiendas...”, explica Joel. “Hong Kong es una ciudad de negocios, hay mucha gente europea y aunque el nivel de vida es alto, tienen solo un uno por ciento de paro”, dice Borja. “Puedes comer por 4 euros en un restaurante que hay al lado del campo, pero cuando sales un menú cuesta fácilmente 20 euros. Hay que ir con cuidado, porque también tenemos la intención de ahorrar todo lo que podamos”.

Joel admite que lo peor es la distancia. “Cuando tienes un momento difícil, es realmente difícil, porque el skype te acerca a tu gente pero no es lo mismo”. Borja añade que “lo notas sobre todo en las fiestas señaladas. Además, este año ha sido duro con el fallecimiento de Yaray y de Emili. Las madres lo llevan peor”.

Una cosa que condiciona su trabajo es el calor. “A veces entrenas a 40 grados, así que no sirve un circuito como el que trabajaríamos aquí”, añade Joel. Además, los campos son municipales: “Tienes unas franjas horarias y te has de adaptar a la hora de entreno que te dan”.

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