“...Y desde ahora el nombre será Unió Esportiva Lleida

Finalizada la temporada 1977-78, en la que el Lleida acabó con una discreta clasificación en su segunda temporada en la recién creada Segunda división B, una iniciativa del presidente Pepito Esteve era aprobada en una histórica asamblea: el cambio de nombre del club de Lérida a Lleida

Nada más llegar cambió a la enquilosada entidad de arriba abajo. Trasladó las oficinas del club de la plaza Sant Francesc al Camp d’Esports. Construyó unos nuevos vestuarios, sauna incluida, en los bajos de la Tribuna cubierta, lo que obligó a crear una nueva salida al terreno de juego eliminando la tradicional por detrás de la portería del Gol Nord.

Inauguró un bingo para recaudar fondos en el edificio Shopping del Passeig de Ronda, y comenzó a forjar su gran sueño, una Ciudad Deportiva para darle al club un patrimonio que nunca había tenido: 40 hectáreas en la carretera de Zaragoza con un campo con gradas para el filial y el fútbol base, campos de entrenamiento, piscina y pistas de tenis para los socios, restaurante y local social.

Pese a que los diarios hablan de unanimidad , el cambio se aprobó por un exiguo margen: 167 a 154

Con su muerte, el proyecto, bendecido por Pablo Porta, entonces presidente de la Federación Catalana de Futbol, quedó olvidado. Y aún hubo más. En una asamblea celebrada el 12 de julio de 1978 en el Camp d’Esports logró aprobar, aprovechando que unos días antes en el Congreso de los Diputados se había dado luz verde a la cooficialidad de idiomas, que la hasta entonces Unión Deportiva Lérida pasase a denominarse Unió Esportiva Lleida.

Es cierto que esos días esta propuesta de Pepito Esteve, que figuraba en el punto “C” del orden del día, quedó en un segundo plano eclipsada por el tema de la Ciudad Deportiva, las obras de los vestuarios y acceso al campo –los asamblearios fueron invitados a visitarlas antes de la reunión– y también por el millonario presupuesto del club, 27 millones de las antiguas pesetas, para intentar el ascenso a Segunda.

Once de ellos para fichajes con un déficit confesado de cinco millones del ejercicio anterior. Tanto La Mañana como el Diario de Lérida afirmaban que todos los puntos del orden del día fueron aprobados por unanimidad, aunque el historiador Miquel A. Bergés en su “Història del Futbol a Lleida” habla de una votación ajustada, con 167 votos a favor y 154 en contra.

En cualquier caso, el cambio se hizo realidad. Se modificó el escudo con el nuevo nombre y Pepito Esteve encargó al artesano Antonio Guerra un escudo en forja, con la UE Lleida bien visible que desde entonces preside, junto al busto de Pacheco creado por Leandre Cristòfol, la fachada de la Tribuna del Camp d’Esports. Costó, sin embargo, que la prensa de la época normalizase el nombre.

En las semanas sucesivas iban alternándose en las páginas impresas los nombres de Lérida y Lleida hasta el punto que un socio molesto, en agosto de 78 reivindicó en “Cartas al director” el nuevo nombre y también el de Camp d’Esports.