ATLETISMO DEPORTE DISCAPACITADO
Saltar con el corazón
Pere Pané, con ceguera casi total, es campeón estatal sub-20 de longitud || Jugó en el Handbol Pardinyes hasta que le detectaron la dolencia con 16 años y hace uno que practica atletismo
A pesar de su limitación visual, a Pere Pané le basta con poner ilusión y mucho corazón para volar hasta más allá de los cinco metros y proclamarse campeón de salto de longitud en el Estatal de jóvenes promesas paralímpicas que se disputó la semana pasada en Torrent (Valencia). Este joven leridano de 18 años sufre una neuropatía óptica (que conlleva una pérdida de la visión central aunque sí puede ver lateralmente) que le fue diagnosticada cuando tenía 16 en una revisión para obtener el carnet de moto. Era finales de 2015 y su vida cambió de un día para otro. Primero perdió la visión de un ojo y un mes y medio después la del otro. Había jugado durante varios años a tenis en el CT Urgell y por aquel entonces era una de las jóvenes promesas de la cantera del Handbol Pardinyes. “Siempre me ha gustado mucho el deporte y me propuse no dejar de hacerlo”, asegura con determinación. Primero iba al gimnasio y nadaba en la piscina hasta que fue a una escuela deportiva de la ONCE, que se impartía en el INS Guindàvols, donde orientan sobre deportes adaptados para diferentes discapacidades. Probó con la bicicleta, tomó consejos de la ciclista paralímpica leridana Inma Plaza y adquirió un tándem para salir a pedalear con su hermano Joan, que es atleta. También practica esquí. Y fue, finalmente, el atletismo el deporte por el que se decantó. De eso hace apenas un año.
Entrena con el mismo entrenador de su hermano Joan, Salvador Porras, padre a su vez de los campeones Gerard y Aleix Porras, este último buen amigo suyo desde el colegio, con lo que ya no tuvo dudas con su elección. “Hago atletismo porque me siento bien haciendo deporte. No tengo más metas ni objetivos que superarme a mí mismo. Si gano, pues perfecto, pero esto para mí es secundario y además en el deporte paralímpico hay un muy alto nivel”, explica con humildad este estudiante de segundo de Bachillerato en el Josep Lladonosa. Su visión muy limitada, pero sin ser ceguera total, está catalogada en la categoría B2 o también llamada T12 en los invidentes, que es el nivel intermedio de dificultad, por lo que podría competir en el atletismo federado convencional ya que también corre la prueba de los 100 metros lisos. “No necesito guía y aunque lo necesitara, habilitarían una calle adicional para él”. Para el salto de longitud utiliza como referencia unos conos en la calle de batida poco antes de iniciar el salto.
“Hago deporte porque me siento bien. No tengo más metas ni objetivos que superarme a mí mismo”
Asiste al instituto con su ordenador, que lleva incorporado un sintetizador de voz y ‘escucha’ los libros
Es, además, un buen estudiante como asegura Teresa, su madre. Asiste a las clases con su ordenador que tiene incorporado un software con un sintetizador de voz, facilitado por la ONCE, que le permite ‘leer’ la pantalla y escuchar si los apuntes que anota corresponden con lo que él quería escribir. No usa libros porque también estudia las lecciones mediante audición, ya que también la Organización Nacional de Ciegos Españoles se encarga de adaptarlos.
Ha adquirido técnica de mecanografía para poder discernir qué teclas pulsa, pero también ha aprendido a desenvolverse con el lenguaje Braille de las personas invidentes.