VELÓDROMO / 1961-1983LA BORDETA / 1983-2001CERVANTES / 1951-1953FRONTÓN / 1953-1961
Del abismo a la gloria
El Lleida Llista, fundado en 1951 por un grupo de amigos, reina en Europa después de estar al borde de la desaparición hace ocho años || Es el primer club de Lleida en ganar un título continental
El Club Esportiu Lleida Llista Blava ha tocado la gloria con la conquista el pasado domingo de la Copa CERS de hockey sobre patines y es el primer club de Lleida en ganar un título continental. Antes, la entidad, con 67 años de historia, ha vivido momentos dramáticos, como el de hace ocho años, cuando estuvo al borde de la desaparición por las deudas.
Lo que empezó medio en serio medio en broma un 6 de abril de 1951, cuando un grupo de amigos se reunieron para fundar un club de hockey sobre patines, entonces bajo el nombre de Lista Azul, ha derivado 67 años después en la mayor gesta jamás lograda por un club deportivo de Lleida: ser campeón de Europa. Desde entonces hasta ahora, el camino no ha sido fácil. El club ha sido una montaña rusa, ha cambiado de ubicación en cinco ocasiones hasta instalarse definitivamente en el Onze de Setembre, de nuevo talismán, y ha vivido situaciones dramáticas que a punto estuvieron de condenarle a la desaparición.
Inicialmente tenía que ser un club de fútbol, ya que era el deporte que practicaban los nueve fundadores (Ramon Barrufet, Jordi Calderó, Josep Canela, Joan Domingo, Manolo Fregola, Jaume Nicolàs, Francisco Perera, Agustí Santacreu y Josep Maria Torres). Pero todo dio un vuelco gracias a un título mundial que ganó la selección española de hockey. “Escuchábamos los partidos por la radio, porque entonces no había televisión, y nos decidimos por hacer un club de hockey”, explica Jordi Calderó, uno de los dos miembros fundadores que siguen con vida y que acabó siendo el portero –jugaba sin careta protectora–, “ya que lo de patinar no se me daba nada bien”, reconoce.
Un grupo de padres, con Enric Duch, crean una gestora y salvan el club de la desaparición
Ninguno de ellos sabía patinar y empezaron a practicar en el Xalet de los Camps Elisis. Luego se trasladaron a una pista de baile de un bar en La Bordeta hasta que finalmente se instalaron en la pista de Cervantes, habilitada para el hockey y el patinaje. Y allí empezó todo. Determinante fue la llegada de Pepe Ybero, un jugador de hockey de Girona que se trasladó a Lleida, donde fue destinado su padre, un teniente coronel de la Guardia Civil. Pronto se incorpora al club como jugador y asesor, y se convierte en el gran impulsor. El club se federa y empieza a competir en la Lliga de Catalunya. Su primer ascenso a la máxima categoría lo consigue en 1956, ya instalado en el Frontón Lleida de Prat de la Riba. También vivió varios descensos, alguno, como el de la temporada 60-61 con una gran polémica a raíz de un malentendido con los horarios (algunos dicen que fue malintencionado), que provocó la incomparecencia de los leridanos y su consiguiente derrota y sanción, que provocaron la pérdida de la categoría.
El equipo se trasladaría luego al Velódromo del Camp d’Esports, donde jugaría cerca de 18 años al aire libre hasta recalar en el pabellón de La Bordeta, donde consigue el ascenso a la División de Honor la temporada 1999-2000. A partir de ahí arranca una nueva etapa, plagada de luces y sombras. Con su traslado al remodelado Onze de Setembre en 2001, meses después de que en la instalación se viviera una temporada histórica con el ascenso del Lleida Bàsquet a la Liga ACB, el Llista se convierte en uno de los ‘grandes’ a golpe de talonario.
La llegada de figuras como los ex del Barça Joan Carles y ‘Nani’ Cáceres o del portero de Reus Guillem Trabal, considerado entonces uno de los mejores del mundo, permitió al equipo jugar alguna Copa del Rey y la final de la Copa CERS de 2003, que perdió ante el Reus Deportiu, cuando se jugaba a doble partido, tras caer en el Onze de Setembre por 2-3 y hacerlo también a domicilio por 5-0.
Pero los éxitos deportivos y la gran inversión en fichajes bajo el mandato de Lluís Martínez Ribes conllevaron un gran agujero en las finanzas del club, que se fue arrastrando hasta que la situación estuvo a punto de provocar el cierre de la entidad. En 2010, con el descenso de la máxima categoría, el entonces presidente, Juanjo Santisteve, entregó las llaves del club a la Paeria ante la imposibilidad de continuar.
El fantasma de la desaparición planeaba sobre el Onze de Setembre. En ese momento, un grupo de padres de la base, encabezados por Enric Duch, que acabaría siendo el presidente, salió al rescate. En junio, el propio Duch se reunió con Albert Folguera, que ya era el entrenador, y con los hermanos Tomàs, Andreu y Lluís. El objetivo era claro: hacer equipo como fuera. “Todos echaron mano de sus contactos y amistades porque teníamos que tirar adelante el club como fuera”, reconoce el aún presidente, que también hacía las veces de conductor en los desplazamientos junto a Folguera, un pluriempleado, ya que hacía de primer y segundo entrenador, de delegado y hasta de encargado del material si hacía falta. Todos tiraron del carro cuando el club iba a la deriva.
Aquella temporada el equipo estuvo incluso cerca de perder la Primera división, pero salió airoso, y en la siguiente retornó a la OK Liga, en la que se ha mantenido desde entonces con algún que otro susto considerable. Especialmente el que vivió hace tres temporadas tras perder en la última jornada ante el Barça. Durante unos minutos estuvo descendido, pero la derrota del Lloret y del Maçanet lo evitaron y el We are the champions de Queen sonó en el Onze de Setembre. No era un título, pero como si lo fuera.
Dicen que para ganar hay que saber sufrir, y el Llista lo ha sabido hacer con creces. Y la recompensa ha valido la pena, estrenar su palmarés con un premio inimaginable: campeón de la CERS.