DEPORTES
Suecia se planta en cuartos 24 años después
La selección de Suecia ganó ayer a Suiza (1-0) en San Petersburgo y estará en los cuartos de final del Mundial de Rusia tras superar con un gol de rebote de Emil Forsberg al combinado helvético, que dominó más el balón pero no tuvo acierto ofensivo.
Suecia juega bastante al despiste, pero tiene poderío ofensivo y no solo a balón parado o por vía del punto fatídico. Y pese a que se espera más de él, fue la tarde de Emil Forsberg al lograr, con fortuna en forma de desvío involuntario de un rival, el gol que dio la victoria. Poco lucimiento, máxima efectividad, y billete para los cuartos de final 24 años después de lograrlo en Estados Unidos.
Tuvo el empate Suiza en la cabeza de Haris Seferovic ya en el añadido, que se alargó por un penalti a favor de Suecia inicialmente pitado y anulado después en el VAR, pero nada impidió que los suecos se llevasen el premio y sigan aspirando a repetir no solo lo de 1994 sino lo de 1958 cuando jugó la final.
El portero suizo estuvo bien, seguro bajo palos, y poco pudo hacer en el gol sueco. El gran desafío fue una volea de Berg y la rechazó sin titubeos, el resto de ocasiones de Suecia se fueron lejos de su arco excepto el afortunado gol. Por contra, Suiza dominó, pero no encontró la red.
Si algo tiene Suecia, a la espera de que Forsberg brille más o que la dupla Toivonen-Berg afine puntería, es que es un equipo ordenado atrás y que no duda ni se desmonta. Suiza lo intentó, adelantando líneas sobre todo cuando se vio abajo en el marcador, e intentando un asedio que no funcionó.
Ni Embolo ni Seferovic, balas frescas utilizadas por el técnico Vladimir Petkovic, encontraron espacios libres por donde superar al veterano Granqvist o al central del Manchester United Victor Lindelof.
Por su parte, la Suiza de un Xherdan Shaqiri que no pudo desplegar el buen fútbol que le pone en el punto de mira de su selección y como faro del equipo, se vuelve para casa con la sensación de haber merecido más, pero sobre todo de haber podido hacer más. No bastó la fuerza de Granit Xhaka o de Valon Behrami, ni esa magia de Shaqiri o de Blerim Dzemaili, porque no hubo ‘9’ arriba.
El seleccionador sueco Janne Andersson valoró el “trabajo en conjunto” que hace siempre su equipo tanto “dentro como fuera” del campo. Sobre si creen que los rivales les subestimaron, Andersson no quiso responder de manera directa. “Creo que tendrían que hacerle esa pregunta a los demás. Sabemos que somos un buen equipo, que nos hemos ganado nuestros logros. Sabemos cómo llegamos hasta aquí”, explicó el seleccionador sueco.