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El Lleida firma un esperpento ante el colista

El Lleida firma un esperpento ante el colista

El Lleida firma un esperpento ante el colistaCARLES MIRANDA

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Como si estuviera ante un espejo cóncavo, que muestra la realidad deformada, como en Luces de Bohemia, obra cumbre del género literario del esperpento creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la generación del 98, en la que se recargan los rasgos grotescos, así fue ayer la puesta en escena del Lleida ante el colista. Fue, sin duda, el peor partido de la temporada de los azules y uno de los peores en muchos años que se recuerdan en el Camp d’Esports. No fue un resultado escandaloso, pero un Teruel que solo había ganado cuatro partidos en toda la Liga se paseó por el Camp d’Esports con galones de equipo de play off. Sin restar méritos al voluntarioso conjunto aragonés, que ha experimentado una mejoría en las últimas jornadas cambiando medio equipo en el mercado invernal, la verdad es que el Lleida no compareció en el terreno de juego. No estuvo. No tuvo actitud ni ideas. Fue como Max Estrella, el personaje protagonista de Luces de Bohemia, que acabó sus días en una situación miserable y ciego tras gozar en algún momento de cierto reconocimiento.

La alineación que presentó Gerard Albadalejo ya despertó de entrada cierta sorpresa. Fue titular Dongou –podía esperarse–, también jugó de inicio el ecuatoriano Quintero al que se le vio superado totalmente por la situación, mientras que Juanto Ortuño empezó como suplente. Parece ser que tenía molestias en el pubis. Había jugado la pasada jornada como titular porque era el único delantero disponible al estar Pedro Martín sancionado, Alpha lesionado y sin llegar Dongou. Aún así, dejar a una parte de la artillería en el banquillo sonó cuanto menos extraño.

El partido del Lleida puede explicarse de forma muy breve. Ningún remate entre los tres palos en el primer tiempo y uno de Marc Martínez en el segundo que despejó el portero. El roto pudo haber sido mayor porque el equipo acabó con tres defensas y cuatro delanteros. Lo dicho antes: un esperpento.

Gracias al Teruel el partido no fue un muermo total porque, con menos calidad, puso voluntad, estuvo ordenado, ocupó bien los espacios y mantuvo sus líneas juntas. No llegaron mucho, es cierto, pero lo suficiente para llevarse una merecidísima victoria que les permite albergar esperanzas de cara a la permanencia.

Para el Lleida lo mejor fue que todos sus rivales directos pincharon y, aunque parezca increíble, continúa una jornada más en puestos de play off. Habrá quien haga la lectura de que la categoría está muy igualada, que no solo el Lleida tropieza y la tan manida frase de que no hay rival pequeño, pero la única certeza si estamos de acuerdo en que en el fútbol mandan los resultados, es que el equipo solo ha sumado dos puntos de los últimos quince en juego.

Al margen del resultado, las sensaciones fueron de que algo no acaba de ir bien en ese vestuario desde hace un tiempo. El jarrón, que parecía de delicada porcelana china hace un mes cuando el equipo iba líder, se ha ido requebrajando. La afición despidió al equipo con pañolada y gritos de “Albadalejo, dimisión”. Su destitución estaba cantada (ver página 2).

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