Siniestro total

El Lleida volvió a caer víctima del síndrome del colista –esta temporada ya le han ganado Teruel, Castellón, Alcoyano y Sabadell– y perdió los tres puntos en la Nova Creu Alta en otro partido horrible de los de Joan Carles Oliva, que sumaron una nueva decepción. Encadenan su cuarta derrota, acumulan siete jornadas sin ganar, sumando solo 2 puntos de los 21 posibles y solo han marcado un gol en los siete últimos partidos.

El técnico leridano, que si se dedicara al poker profesional llevaría la etiqueta de rey del farol, culminó una semana horribilis después de su amago de dimisión y posterior rectificación, con una nueva derrota que le descarta prácticamente del play off y que hace incluso peligrar su presencia en la Copa del Rey de la próxima temporada. Mantiene opciones porque, en estos momentos, por encima de los leridanos se encuentran tres filiales, los del Villarreal, Barcelona y Espanyol.

Pese a ser una verdadera final para el Lleida, Oliva volvió a confiar en los de siempre, con la ausencia de Pau Torres, lesionado, por lo que hizo a debutar a Víctor Vidal, el portero de la cantera, que tuvo muy poco trabajo, no tuvo culpa en el gol y se lució con una espectacular parada en un remate de Gato, que acabó en el córner que fue origen del 1-0.

El Lleida volvió a hacer gala de todas sus carencias en un partido que era trascendental. Se mostró tibio atrás, sin ideas en el centro del campo y totalmente inofensivo delante. De hecho, la única ocasión del Lleida no llegó hasta el sexto minuto del tiempo añadido, en un doble remate, primero de Sebi –que también debutó en la Segunda B– y de Trilles, que volvía tras la lesión, después. Este intento fue despejado desde la línea de gol por dos defensores arlequinados, entre el entusiasmo de los 2.514 espectadores que acudieron a las gradas de la Nova Creu Alta y que volvieron a creer en un equipo que, desde la destitución de Toni Seligrat, había caído en la última posicion de la tabla. Muy poco balance para un Lleida que esta dando encefalograma plano en todos sus partidos.

El Lleida que se vio ayer en Sabadell no solo no mostró ningún síntoma de mejoría, sino que dio la sensación de dar un nuevo paso atrás, en esta recta final del campeonato. Sin transmitir nada más que tristeza, parece haberse abandonado a su suerte y ser incapaz de enderezar una situación que, a falta de cuatro partidos, Peralada, Conquense, Barcelona B y At. Baleares –porque el último ante el Ontinyent ya está ganado en los despachos–, ahora mismo parece irreversible. Ante estas perspectivas, y tras acumular desastre tras desastre en jornadas que eran vitales, hablar ahora mismo de disputar el play off de ascenso, es una auténtica utopía.