Piragüistas sin agua

El deporte que más atletas ha aportado el territorio a los Juegos a lo largo de la historia olímpica, el piragüismo, también se ha visto afectado con la crisis del coronavirus. Los palistas de élite han tenido que abandonar embalses y ríos para centrarse, obligados por la situación, en su preparación física en sus hogares, utilizando espacios reducidos como salones y garajes. “Hemos tenido que buscarnos la vida, con el material que tenemos en el gimnasio del club y el que nos ha facilitado la Federación”, señala Miquel Travé, palista de eslálom de La Seu. “Nosotros no estamos acostumbrados a estar apartados del agua, pero es el momento de ser solidarios. No somos muy fans del gimnasio, pero debemos tener paciencia”, dice la palista Núria Vilarrubla, que está pendiente de su billete olímpico para los Juegos Tokio. “En el canal de eslálom no hay contactos, pero es lo que toca y lo tenemos que aceptar”, añade.

El seleccionador estatal de eslálom, el leridano Guillermo Díez-Canedo, asegura que “estamos muy orgullosos de cómo se lo han tomado todos los deportistas, porque lo más fácil sería escaquearse e irse al canal. Pero se quedan en casa y quieren dar un ejemplo”. Sobre si sería partidario de permisos especiales para que pudieran salir a entrenar, Díez-Canedo dice que “es algo que tienen que decidir los gobiernos, pero es cierto que Italia y Bélgica, entre otros, ya lo han puesto en práctica”. “Ni que fuera una hora al día, sería mucho para nosotros”, aseguran los palistas. En la especialidad de aguas tranquilas, el medallista olímpico Saül Craviotto manifestó que “hago abdominales, pesas, pero en mi deporte el contacto con el agua es fundamental. No puedo meter la piragua a la bañera. Si voy a Trasona como mucho me cruzaré con un pato”, añade.