DEPORTES
Emma Carrasco entrena en una piscina de 4 metros instalada en su garaje
La cantera de la natación leridana también ha vivido con resignación las semanas de confinamiento, en las que no ha podido disfrutar de su medio favorito, el agua. Con las piscinas clausuradas, muchos nadadores han tenido que ingeniárselas a la hora de mantener sus rutinas de entrenamiento, pese a que los objetivos de la temporada han quedado apartados. “Nunca había estado tanto tiempo sin poder nadar”, afirma Emma Carrasco, una de las firmes promesas de la natación catalana.
La leridana ha podido seguir con parte de sus entrenamientos gracias a una piscina de cuatro metros que sus padres han instalado en el garaje, en la que se mantiene estable gracias a una correa atada a su cintura. “Teníamos que encontrar una forma de que tanto Emma como su hermano Jordi mantuvieran la forma sin salir de casa. Así que instalamos la piscina, en la que hacen parte de sus entrenamientos, dentro de las posibilidades”, señala Jordi Carrasco, padre de Emma y nadador olímpico en Sydney 2000. “Ahora mismo, lo que desearíamos es que vuelvan a una piscina, porque eso significaría que estamos más cerca de volver a la normalidad o a la realidad que nos toque”, añade.
Joan Seguí, director técnico del Inef Lleida, entidad a la que pertenece Emma, dice que “los nadadores están perdidos, porque no tenemos la información que necesitamos. No sabemos ni cuándo ni cómo vamos a volver. Va a ser muy complicado, porque los protocolos no se ajustan a la realidad de una piscina en la que se mezclarán deportistas y usuarios”, añade Seguí, que asegura que “los nadadores están más que seguros en el agua, pero falta que tomen decisiones sobre lo que rodea a la piscina”.