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“Que dejen cerrar a las 10”
Los gimnasios vuelven a verse afectados por las nuevas restricciones, en este caso obligados a cerrar a las 21.00 por el toque de queda. “En estos momentos tenemos que estar preparados para hacer cambios diarios. Casi cada semana nos toca hacerlos”, explica Maria Campos, responsable del Trèvol, quien no entiende por qué “no nos equiparan con los recintos culturales y nos dejan cerrar a las diez de la noche. Una hora más, para nosotros es mucho”. Comparte la opinión Pep Castarlenas, responsable del Ekke. “Ya estamos acostumbrados a ir adaptándonos a las cosas que nos hacen. No entiendo por qué no podemos estar abiertos hasta las 22.00. Un gimnasio no es un lugar de contagios, hemos adoptado todas las medidas de seguridad y nos hacen cerrar a las 21.00”.
El Trèvol cierra a las 23.00, por lo que el adelanto del cierre les ha obligado a “reubicar clases dirigidas, pero también a suspender algunas. A partir de este miércoles, en lugar de a las 7.00 abriremos a las 6.30 para ganar algo de tiempo”. El mismo problema tiene Ekke, que también se plantea abrir antes, en su caso a las 6.15, ya que abre cada día a las 6.30.
Lamentan que el nuevo horario de cierre impide acudir a los centros a los que trabajan hasta las 20.00
Jordi Cassanya, gerente del Sícoris Club, explica que “a nosotros el nuevo horario de cierre nos ocasiona más problemas en el pabellón que en el gimnasio y resto de instalaciones”, explica. “De cara al invierno, el 90% de las actividades se hacen antes de las 21.00. Sí que hemos cambiado alguna clase de las de última hora”. La instalación cierra a las 22.00 y, en verano, a las 22.30.
En cambio, “el pabellón está abierto hasta las doce de la noche, así que tener que cerrar a las 21.00 supone que dos o tres equipos de fútbol sala y dos o tres más de baloncesto, no podrán entrenar. De nuevo se toman medidas que afectan al deporte”, explica Cassanya.
Todos ellos también ven otro daño añadido. “Muchos clientes salen de trabajar a las 20.00 y ya no les da tiempo a venir”, explica Campos. “Esto no es Barcelona, aquí la mayoría de clientes en 15 minutos están en su casa”, añade Castarlenas.