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OLIMPISMO EL BALANCE DE TOKIO 2020

Núria Vilarrubla, palista de La Seu olímpica: 'Ahora lo valoro más'

Núria Vilarribla, en el Parc Olímpic del Segre de La Seu d’Urgell.

Núria Vilarribla, en el Parc Olímpic del Segre de La Seu d’Urgell.C. SANS

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¿Que representa para usted el diploma olímpico en Tokio?

Estoy contenta. La verdad es que el resultado de la competición me dejó un gusto agridulce porque sabía que lo podía haber hecho mejor, fallé en dos puntos, errores que acabé pagando muy caros con el tiempo y me dejaron en la octava posición. Pero mirado ahora con un poco de distancia, cada vez lo llevo mejor y estoy muy contenta. Acabé la competición y continué reviviendo la bajada y mordiéndome las uñas en los momentos en los que fallé, con una sensación de rabia por no haber sabido ni podido ejecutar mejor el descenso y los movimientos en aquel momento.

¿Qué ha representad para usted competir en los Juegos?

Esta es la primera vez que entraba la categoría de C1 y por ello no había podido competir antes. Estar en el estreno del C1 femenino y encima llegar a la final es algo de lo que guardaré muy buen recuerdo.

¿Esperaba el resultado? ¿Se sentía presionada por su debut?

La presión siempre está presente y más allá de la presión externa, también la interna por quererlo hacer bien y dar todo lo posible. Sí que la sentía pero no me molestaba ni me hacía estar incómoda. Sabía que sería así y lo respetaba. Esperaba con todas las ganas pasar a la final y hacerlo lo mejor posible. No pensaba en una posición concreta, porque al final el resultado es siempre circunstancial.

¿Qué ha significado para usted estar en el equipo olímpico?

Al final es la culminación de un camino. Me marqué un objetivo hacía años y lo he podido materializar.

¿El camino venía de muy lejos?

Empecé en C1 en el 2009, cuando se celebró el Campeonato del Mundo en La Seu. En aquel momento nadie de nosotros nos imaginamos una cita olímpica. Era una primera competición. Pero poco después focalicé mi trabajo y me profesionalicé en la canoa hacia el 2013, y desde entonces he trabajado con ese objetivo olímpico.

La situación de pandemia ha impedido que compartiera la competición con sus familiares. ¿Cómo lo ha llevado?

Llevamos mucho tiempo compitiendo en situación de pandemia y estamos acostumbrados. Cuando competimos estamos muy solos. Es algo que llevamos bien. Pero sin duda me hubiera gustado tenerlos allí para compartir el momento de una manera más próxima, tanto con mi familia como con mis amigos.

¿Ha estado más conectada que nunca con el teléfono?

Si pero tampoco en exceso. Los sentí a todos muy próximos, con mensajes y algunas llamadas.

¿Las medidas sanitarias por la Covid-19 ha supuesto muchos impedimentos en Tokio?

Una vez allí no, sencillamente teníamos que pasar test de saliva a diario. Durante el período de entrenamiento previo a que se abriera la Villa Olímpica, todos los participantes de eslálom estábamos en un mismo hotel con un protocolo de burbuja muy estricto. Solo salíamos de la habitación para comer e ir a entrenar. Allí estuve en una habitación yo sola. En la villa dormíamos todo el equipo en un mismo apartamento.

Han vivido una competición con unas temperaturas extremas. ¿Fue difícil?

Nos afectó porque fue difícil de adaptarnos. Pero en el momento de la competición, era un elemento más al que ya estábamos acostumbrados y preparados para afrontarlo. Nos manteníamos muy protegidos del calor y del sol. Para mí lo más difícil fue tener que esperar mi momento de competir. Mi competición empezó tres días más tarde de que empezaran las de eslálom, y la espera fue lo que más me costó de gestionar.

¿Alguna anécdota?

La más divertida fue al llegar a La Seu y que nos montaran en un C2 con Mónica Doria. La bienvenida que nos hizo el club, el cariño que sentimos y lo emocionados que los vimos a todos por nuestra participación en Tokio fue lo mejor.

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