El búnker del Lleida Esportiu se agrieta

“Nos encontramos con todo muy desangelado, la gente muy poco motivada, comprensible con la situación y las dificultades del verano, y todo se tenía que hacer deprisa y corriendo”. Así se expresaba Albert Esteve en una entrevista a SEGRE publicada el 2 de enero de 2012, apenas seis meses después de que el proyecto que lideraba del Lleida Esportiu, tras el fiasco económico que llevó a la UE Lleida a la liquidación, consiguiera la continuidad del fútbol de élite en la ciudad. Diez años después el panorama es muy similar, aunque las circunstancias son distintas.

De hecho, el antiguo propietario de la UE Lleida, Josep Maria ‘Tatxo’ Benet, avaló con 200.000 euros las posibles pérdidas que pudiera generar el Lleida Esportiu durante las tres primeras temporadas y aportó 69.000 euros más a fondo perdido que sirvió para que el grupo de los hermanos Esteve que optaba a la subasta pudiera comprar la unidad productiva.

A los graves problemas económicos, comenzando con la deuda a Hacienda de 1,6 millones (a 31 de diciembre de 2020), el mantenimiento del césped y los impagos a jugadores y técnicos del primer equipo y de la base, y otros proveedores, se le ha ido sumando en esta década la desafección de la ciudad con el club. Los primeros reproches de exjugadores llegaron en 2015 a través de Biel Medina, este último erigido en emblema por el propio club. Ahora son legión. “No, si al final será verdad que era más bueno el que mandaba abajo (Toni Seligrat) que no los dos que mandan arriba”, escribió el menorquín en Twitter cuando en la primera temporada del técnico Imanol Idiakez no se alcanzó el play off de ascenso.

No era la primera grieta que se abría en un club que cada vez se ha ido bunkerizando más. Y es que en 2013 había estallado la primera crisis con las dimisiones de 11 técnicos de la base, entre ellas dos coordinadores, alegando incumplimiento en los pagos y en la cantidad a percibir. Según la versión que dio el club, estas dimisiones “no pueden empañar que se trabaja desde la normalidad en el fútbol base”.

De un par de asambleas de abonados, que no socios porque no tenían derecho a voto, organizadas por el club en los primeros años se pasó a vetar en 2016 el acceso al estadio a 57 aficionados, de ellos 23 abonados. Unas asambleas en las que la junta directiva anunciaba, entre otras cosas, que se había acabado el ejercicio con superávit.

Unos años de bonanza deportiva (tres play offs en los primeros 5 años) no fueron suficientes para evitar que la temporada del casi ascenso a Segunda A (2015-16) se viera empañada por el impago de las nóminas a los jugadores. La plantilla acusó al club de obligarle a firmar un documento de redistribución de la deuda si querían cobrar.

Las peñas apoyaron a los jugadores y protestaron por el trato recibido dejando de animar. “O firman o no cobrarán”, llegó a decir alto y claro Albert Esteve en una comparecencia ante los medios. Una frase significativa de lo que ha sido un constante ‘o conmigo o contra mí’, tópico en el que no caben los claroscuros. 

Todo es blanco o negro. El atrincheramiento de los propietarios del club ha llegado al punto de limitar recientemente –después del escándalo que ha supuesto el registro de la Guardia Civil por presunto fraude a la Seguridad Social, falsedad documental y blanqueo de capitales– quién puede contestar los tuits de la cuenta oficial.

La última huida hacia delante del club se produjo este verano cuando Albert Esteve pasó a ser vocal y su hermano Jordi el nuevo presidente, con el chino He Jun, de la empresa patrocinadora del club, JinJun Sports, en la remodelada junta. El ya expresidente anunció también que varios inversores aportarían 20 millones de euros al club en 5 años, pero por el momento no han aparecido.

Hoy, comisión municipal para la posible rescisión del convenio El equipo de gobierno municipal ha convocado para hoy, a las 9.00, una comisión informativa extraordinaria en la que se tratará la situación del Lleida Esportiu. Entre los grupos municipales hay una amplia mayoría a favor de la revisión del convenio suscrito en 2017 entre la Paeria y el club para el uso del Camp d’Esports. No obstante, para rescindirlo debe aprobarse en el Pleno y previamente avalado por un informe jurídico que confirme que el club no cumple su parte. Una de las cláusulas, la segunda apartado A, dice textualmente: “La cesión de uso se hace con carácter de precario y, por tanto, revocable en cualquier momento por razones de interés público”.