Treinta años de un sueño: tres décadas que en La Seu d'Urgell comenzaba la competición de eslalon de los Juegos Olímpicos de Barcelona'92

Los Juegos de Barcelona’92, calificados como los mejores de la historia, provocaron una transformación a todos los niveles. La Ciudad Condal se situó en la élite mundial como un reclamo turístico y La Seu d’Urgell, que un día como hoy hace 30 años inauguraba las pruebas de eslalon, se convertía en un referente de las aguas bravas gracias al Parc del Segre, una obra transgresora que marcó una época y que fue imitada posteriormente por otras ciudades olímpicas. “Los Juegos fueron para La Seu un antes y un después”, reconoce su actual alcalde, Francesc Viaplana, que apenas tenía 10 años cuando su ciudad hizo realidad el sueño olímpico.

“Recuerdo que mi padre participó como voluntario y lo viví con mucha emoción, sobre todo el paso de la llama olímpica. Si dicen que Barcelona se abrió al mar, La Seu se abrió al río. Era una zona bastante deprimida de la ciudad y se pudo restaurar y con una instalación como el Parc del Segre que es un referente a nivel mundial y que aún perdura en el tiempo”, señaló.Es, quizás, la instalación olímpica del 92 más rentabilizada.

Gracias a su diseño, se hizo que fuera autosuficiente, y ha sabido combinar el turismo lúdico, sobre todo en verano con las actividades acuáticas, con la alta competición. Su construcción costó 5,5 millones de euros y desde entonces se han invertido otros 4 millones en mejoras, como la sustitución de los remontes de las piraguas en los que La Seu fue pionera. A lo largo de estos 30 años el Parc del Segre ha acogido una veintena de pruebas de la Copa del Mundo (tienen concedidas ya las del 2022 y 2023), un Europeo y tres Mundiales, además de los Juegos.

“Es uno de los principales atractivos que tenemos. Hay actividad durante todo el año, lo que revierte en la restauración y la hostelería, siendo uno de los grandes motores económicos de La Seu. Somos una ciudad de 12.500 habitantes que compite por Mundiales y Copas del Mundo con ciudades como Londres o París, que tienen millones de habitantes”, puntualiza Viaplana.