El Lleida cae con un Ebro que se queda con uno menos antes de la media hora

El Lleida volvió a hacer bueno ese mantra que lo convierte en el “equipo aspirina” por antonomasia y resucitó a un Ebro que ganó su primer partido de la temporada (1-0). En el cuarto encuentro de Seligrat en el banquillo azul llegó la primera derrota. Y es de las que duelen mucho.

El colista arrancó el partido desacomplejado, y era el Lleida el que resistía las acometidas iniciales de un Ebro que en los primeros minutos forzó tres córners e hizo lucirse a Iñaki Álvarez en un par de ocasiones.La primera, atrapando un disparo de Andreu Arasa y después, en una doble intervención que tuvo una parte de acierto y otra de suerte, al caerle el balón en las manos con el navarro vendido en el suelo. El Lleida intentaba estirarse con algunas salidas puntuales de Alpha o Chuli, pero el verdadero punto de inflexión debería haber sido la expulsión del central Xavi Manrique.Chuli leyó bien una mala cesión de cabeza de la defensa arlequinada y forzó la tarjeta roja del defensa local, que lo agarró en la frontal del àrea cuando el andaluz se plantaba solo ante Loscos.Javi Genovés, entrenador del Ebro, reordenó a su equipo prescindiendo de un integrante de la doble punta, y lo fió absolutamente todo a resistir los ataques constantes de los azules para empatar o, en el mejor de los casos, rascar un balón parado que les diera el primer triunfo del curso. Dicho y hecho.El Lleida asumió toda la generación del juego, y aunque en la primera mitad solo tuvo un intento de Chuli en los últimos compases tras un saque de falta rápido de Agüero, en la segunda merodeó constantemente el área de Loscos.Aunque eso sucedió en el momento que ya iba por debajo en el marcador.

Antes del minuto 57, cuando Ramón López aprovechó un fallo imperdonable en la marca en un córner para cabecear al fondo de la red, lo más incisivo que hizo el equipo de Seligrat fueron algunos centros que se pasearon cerca del marco local.Cierto es que la reacción después de encajar fue buena, pero insuficiente y estéril. Como el propio Seligrat lamentó en la rueda de prensa, el Lleida desperdició hasta siete ocasiones de gol, de todas las formas posibles.Chuli tuvo un repertorio de lo más variopinto de oportunidades erradas. Un latigazo con pierna izquierda que se marchó fuera.

Un disparo lejano con la derecha que escupió el palo. Un toque sutil tras anticiparse a su par que también salvó Loscos, y otro disparo que entre el portero y la madera mandaron fuera.El 10 azul no fue el único que se topó con los postes, pues la última intentona del Lleida vino con un disparo muy lejando de Nani que también impactó en el palo izquierdo.Por si faltaba alguna otra forma de desesperar a la afición desplazada a la capital aragonesa, incluso el equipo local le quiso agregar suspense con un casi autogol que acabó en córner.Todo ello, en cualquier caso, sirvió para evidenciar el mal endémico de este equipo, sea cuál sea el ocupante del banquillo. Porque en la primera derrota de Seligrat se vio la misma falta de maldad y de precisión en el área contraria que con Pere Martí.

El palo, de forma lateral y figurada, es de los que dejan marca.El Lleida naufragó en el Ebro, y a estas alturas del viaje, todo lo que sea no acabar desembarcando en Tercera se debería considerar llegar a buen puerto.