Esquí de montaña
La perla leridana del esquí de montaña
La leridana de 16 años es la mayor promesa del esquí de montaña español tras ganar un oro y dos platas en los recientes Mundiales de Boí Taüll donde apuntó su candidatura para estar en los Juegos Olímpicos de 2026
La leridana Laia Sellés Sánchez (Lles de Cerdanya, 19-9-2006), la trimedallista con un oro y dos platas en los recientes Mundiales de esquí de montaña celebrados con un gran éxito organizativo y deportivo en la estación de Boí Taüll, muestra con orgullo y una sonrisa algo tímida, sus metales con la vista al fondo del albergue La Seu d’Urgell Xanascat, donde vive junto a siete esquiadores de montaña más, esquiadores de fondo y piragüistas. Es un edificio situado a 10 minutos a pie del centro de la localidad, junto al río Valira y entre los parques de Els Enamorats y de Valira, donde predominan las actividades de aventura. Está a una media hora por carretera de Lles, sus “raíces” como ella misma dice, donde con solo dos años se calzó sus primeros esquís y donde regresó el pasado año. Su “segunda casa” es Granada, donde se fue a vivir con su madre cuando tenía 10 años y donde se enamoró definitivamente del esquí de montaña. “Yo era fondista, pero como en Granada no había esquí de fondo comencé a hacer esquí de montaña. El primer año de estar allí ya participé en campeonatos de España, pero como no había esquiadoras de mi edad competía con la gente mayor y quedaba última, claro. Pero me daban siempre algún premio por ser la más pequeña”, sonríe.
Cuando era más pequeña no había esquiadoras de mi edad y competía con los adultos
Podría parecer que se acuerda de una lejana infancia, pero solo tiene 16 años. Su gran talento y la gran proyección que le auguran los expertos –que le dan como candidata a participar en los Juegos Olímpicos de 2026 de Milán-Cortina d’Ampezzo– ha alcanzado su explosión este mismo año. A finales de enero logró algo que nadie había conseguido nunca: tres oros (individual, esprint y relevos mixtos) en el Festival Olímpico de la Juventud Europea (FOJE) y en los Mundiales de Boí Taüll se ha convertido en una de las protagonistas de las categorías de base con sus tres podios en U18. “Me decían y yo veía que podía hacer buenos resultados, pero nunca imaginé lo que he conseguido. Es algo extraño de explicar porque me habría sentido bien quedando en el Top 5 y, sin embargo, en mi interior sabía que podía quedar primera. Creo que es por cómo soy en mi vida personal. Soy tímida y siempre digo que no soy fotogénica, pero en el deporte nadie me puede parar porque muestro lo que soy en realidad y eso me encanta. A veces me gustaría competir, ganar y que nadie lo supiera. En mi vida no soy de destacar ni brillar”, argumenta para justificar esa transformación que experimenta cuando llega el momento de ajustarse los esquís y lanzarse a conquistar la montaña. “Es la modalidad que más me gusta porque es con la que conectas más con la montaña y con uno mismo. Con el esquí alpino y con el de fondo no me pasa eso. Además, disfruto sufriendo. Descubrí que me gustaba el sufrimiento de la competición de forma progresiva. Y cuando tenía 14 años me dije: Yo quiero dedicarme a sufrir”, asegura. “Sé de gente que le da respeto el esquí de montaña, pero yo no tengo miedo porque aprendí desde pequeña y la adrenalina que me genera me gusta mucho”, añade.
Sellés confiesa que su ídolo es Kilian Jornet “porque es humilde e inteligente y tener la cabeza bien amueblada es muy importante en un deportista”. Nada le haría más ilusión que “me invitara un día a esquiar con él y visitarle en su casa en Noruega”. Igual que Jornet, llegó a plantearse compaginar el esquí con las carreras de montaña, pero se fracturó el tendón de Aquiles cuando tenía 10 años. “Se parecen ambos deportes, pero no puedo correr. Hago una hora muy suave cuando entreno aunque no debería hacerlo. Haciendo esquí me duele el pie, pero es soportable”.
Aún le quedan dos pruebas de Copa del Mundo (Francia y Suiza), aunque solo hará una de ellas, y la Copa de España por parejas y por relevos en Granada. “Es en mi otra casa, así que me conozco perfectamente el recorrido”, sonríe. Pero su gran objetivo son los Juegos Olímpicos de 2026. “Claro que me veo, aunque habrá que seguir trabajando mucho”. Además, serán en Italia, un lugar que le encanta de los muchos países que ha visitado y del que recuerda cuando fue a entrenarse con esquís de ruedas en el puerto de montaña del Stelvio, con una altitud de 2.757 metros y una longitud de 24 km, que le hacen ser uno de los más duros del mundo. “Fui en verano (está cerrado de octubre a mayo por su gran elevación), hacía un calor muy fuerte y la verdad es que impresiona el recorrido en cada curva”, señala la esquiadora leridana.
Hija de deportistas (su padre Ramon fue destacado biatleta y su madre Mari Paz hizo fondo, maratones y triatlón), estudia bachillerato en el Instituto Joan Brudieu y le gustaría ser de mayor astrofísica. No tiene grandes ayudas públicas y ahora le va a salir algún patrocinador privado más a raíz de sus éxitos. “Mis padres son los mayores patrocinadores”, ironiza. Ganó 500 euros en el Mundial, sumando el montante de sus tres medallas. “Confío en que a partir de ahora tendremos más recursos al ser olímpico”, concluye.