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Ferran Julià, el nadador cerverino que competirá en los Juegos Olímpicos de París: “Ha valido la pena todo el sacrificio”
Ferran Julià. El exnadador del CN Cervera cumplirá en París su sueño de pequeño después de una carrera plagada de obstáculos, que incluso le hicieron plantearse dejar la natación hace tres años
¿Qué supone estar en unos Juegos Olímpicos?
Es hacer realidad mi sueño de cuando comencé con 8 años en el Club Natació Cervera.
¿Qué recuerda de aquellos inicios?
Recuerdo que para entrenar me tenía que levantar a las 4.50 de la mañana y mi madre me llevaba a la piscina. Echando la vista atrás, reconozco que fue muy sacrificado para ella, pero ahora estoy seguro de que está más que contenta de haberse levantado todas aquellas mañanas.
En sus comienzos, cuando arrasaba en los Campeonatos de España de edades, ¿ya tenía en mente estar en unos Juegos Olímpicos?
En aquel momento el objetivo no era estar en unos Juegos porque era algo muy lejano, era un sueño, como el que tiene cualquier niño que juega al fútbol de estar alguna vez en el Barça, pero está claro que no era un objetivo realista. Entonces lo veía imposible de conseguir, pero la ilusión siempre estaba ahí y poco a poco, a medida que me iba haciendo mayor, mejorando las marcas y los resultados, este año ha sido el primero en que se había convertido en un objetivo tangible y claro que se podía hacer realidad.
¿Es comparable estar en unos Juegos con jugar en el Barça?
Estar en unos Juegos no es como estar en el Barça, estar en unos Juegos sería como jugar un Mundial, o incluso más, porque es la competición más grande que existe en el mundo del deporte. Todo deportista aspira a estar en unos Juegos.
Los últimos tres años han sido complicados, no acababan de salir los resultados. ¿Conseguir la plaza olímpica le ha venido por sorpresa?
No puedo decir que haya sido una sorpresa lograr la plaza olímpica porque lo tenía en mente, aunque tenía claro que no sería nada fácil, pero en ningún momento dudé de ello y fui a por todas.
Supo que estaba seleccionado más tarde de lo previsto, debieron ser momentos de muchos nervios.
Sí, fue un poco extraño porque nadé un miércoles y hasta el viernes no me confirmaron que iba a los Juegos. Fueron dos días de mucha incertidumbre y de muchos nervios, pero al final se tradujeron en alegría cuando me lo comunicaron. En ese momento fui a buscar a Joan Lluís Mas, que había sido mi primer entrenador, para darle la noticia. Nos emocionamos juntos.
¿Qué ha significado para usted Joan Lluís Mas?
Es la persona que me enseñó a nadar, sin él no estaría ahora en los Juegos, ha sido mi padre deportivo.
¿Qué objetivo se marca con el relevo 4x200?
Entrar en la final. Somos un equipo muy joven, con mucha ilusión, y el objetivo es nadar con los siete mejores equipos del mundo y luego que pase lo que tenga que pasar. Es factible, aunque no es nada fácil, necesitamos que todos hagamos una buena carrera y mejoremos nuestras marcas.
La natación es uno de los deportes más sacrificados que hay, no solo para el deportista sino también para la familia. ¿Ha valido la pena todo el sacrificio para estar en unos Juegos?
Sin duda alguna. En el momento que me comunicaron que iba a París me acordé de muchas cosas y de todos los obstáculos y problemas que ha habido estos años, momentos en los que he estado en el pozo y he podido salir. Y piensas que sí, que ha valido la pena superarlo todo y tener la paciencia suficiente, de no desfallecer y no dejar que la ilusión desapareciera nunca.
¿En algún momento de dificultad que comenta llegó a pensar en arrojar la toalla?
Mi carrera como deportista no diría que ha sido extraña, pero sí un poco curiosa. Comencé a despuntar muy joven, ganando todas las pruebas de crol del Campeonato de España de base, pero tras un problema respiratorio que me detectaron estuve un año sin muy buenos resultados. Volví a sacar la cabeza en mi primera competición internacional infantil, pero un año después una enfermedad degenerativa en la espalda me condicionó mucho y durante una temporada no pude tener una continuidad en los entrenamientos. Después, en mi segundo año júnior, volví a tener buenos resultados, siendo finalista en el Europeo, tanto de piscina como de aguas abiertas, y participando en los Juegos de la Juventud de Buenos Aires. Pero Justo antes de comenzar en el CN Sabadell, en 2021, y tras dejar el CAR de San Cugat después de seis años, me encontraba en un punto en el que estaba muy quemado. Ahí sí que me llegué a plantear dejar de nadar, pero aquel verano hice un reset, me fui de vacaciones a Costa Rica y volví con las pilas cargadas.
¿Qué cambió en su mentalidad para querer seguir nadando?
Fueron tres semanas en las que me evadí por completo de todo lo relacionado con la natación, y el hecho de dejar el CAR y empezar en el CN Sabadell también influyó para que retomara la actividad con muchas más ganas. Durante estos tres últimos años ya me no me he vuelto a plantear dejar la natación, y ahora menos.
Con todo lo que ha pasado, conseguir la plaza olímpica tiene que haber sido mucho más gratificante.
Sí, desde luego, porque no ha sido un camino nada fácil, pero todo el esfuerzo y el sacrificio han valido la pena.
Es la primera vez que van tres nadadores leridanos a unos Juegos. En Barcelona’92 fueron dos, Itziar Esparza y Sergi Roure. Esto confirma que la natación de Lleida vuelve a tener buena salud.
Los tres comenzamos a despuntar muy jóvenes y que los tres hayamos podido llegar a los Juegos en una provincia sin mucha tradición en natación es un hito histórico.
Históricamente los mejores nadadores siempre se han acabado marchando de Lleida. ¿Es algo inevitable?
En Lleida solo hay una piscina de 50 metros, la del CN Lleida, que creo que solo se puede disponer en verano, entonces es complicado entrenar en una piscina de 25. Es un problema de instalaciones, no de técnicos.