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Bronce forjado en La Seu

Pau Etxaniz, que residió hasta el 2020 en la capital del Alt Urgell y ex del Cadí, logra bronce

Segundo medallista en eslalon tras Chourraut

Pau Etxaniz muerde un bronce histórico para el eslalon. - COE

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Pau Etxaniz, que durante 19 años –hasta 2020– residió en La Seu d’Urgell y fue palista del Cadí Canoe Kayak, donde se formó como piragüista, dio ayer la campanada al conseguir la medalla de bronce en la modalidad de K1 eslalon de los Juegos Olímpicos de París 2024, la quinta medalla que logra España en París 2024 y la cuarta de la jornada de ayer (ver páginas 24 y 25). Etxaniz, que alcanzó la final con el duodécimo crono, el peor de los finalistas, se metió en el podio por detrás del italiano Giovanni di Gennaro (88.22) y del francés Titouan Castryck (88.42). Incluso hubiera ganado de no haber penalizado por un toque en la puerta 19 con la hebilla del casco.

Hijo de Xabi, olímpico en Barcelona’92 y Atlanta’96 y su entrenador y el de Maialen Chourraut, la triple medallista olímpica, volvió a demostrar su arrojo. Nacido en San Sebastián hace 23 años, pero que desde los dos se trasladó a La Seu junto a su madre Laura Pal Ordeig, demostró que no solo es un valor de futuro. Ya lo es de presente. Además, como dice su padre, es un ‘tiburón competitivo’, como deja constancia el dibujo de un escualo en la punta de su embarcación.En la semifinal tuvo un toque en la puerta nueve y sabía que tenía que regular, que no podía cometer un error. Quizá lo hizo demasiado, pero le valió para, con 96.11, acabar en la duodécima posición y pasar a la final olímpica. Convencido y con las cosas claras, fue el primero en partir en el descenso definitivo, lo que siempre es una desventaja. El palista donostiarra se lanzó al canal del estadio náutico de Vaires-sur-Marne absolutamente convencido, desbocado incluso. Su bajada fue extraordinaria, precisa, tan solo empañada por ese toque con la hebilla del casco en la puerta diecinueve. Aun así, su tiempo, 88.87, vaticinaba grandes opciones.Pau lo celebró efusivamente nada más cruzar la meta, sabedor que era un registro de medalla. No obstante, quedaban los once rivales por competir. Ninguno de ellos parecía estar en condición de superarle hasta que apareció el italiano Giovanni de Gennaro, primero, con 88.22, y el joven francés Titouan Castryck, con 88.42, para rebasarle en unos minutos de tremendo nerviosismo y tensión. Ni siquiera el defensor del título, el checo Jiri Prskavec, pudo con él. Tampoco el británico Joseph Clarke (89.92), campeón en Río 2016 y el más rápido en la semifinal. Por fin, tras casi media hora de nervios, de aguantar, pudo celebrar junto a toda la delegación un absoluto éxito para él mismo, para el piragüismo eslalon y el deporte español y seguir la estela triunfante en los Juegos de Maialen Chourraut, pareja de su padre y poseedora de las otras tres medallas en la cita olímpica, bronce en Londres 2012, oro en Río y plata en Tokio.Ya había saboreado podios en categorías inferiores e incluso en la absoluta por equipos junto a David Llorente y a Miquel Travé, también presente en París 2024 y que se quedó cerca también de subir al podio en C1. Con él se fundió en un emotivo abrazo nada más lograr la medalla. “Me lo creo, tengo el sueño desde hace mucho tiempo. Mucho tiempo soñando con esa salida. No sabes cuánto he pensado en esta bajada y estoy muy satisfecho de que me haya salido”, dijo Etxaniz, para añadir: “He ido como un caballo salvaje, muy suelto, muy seguro, en todo momento sabía lo que hacer y ha salido”.

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