ESNOTICIA
El futuro de las pensiones está en el aire
Los ingresos por cotizaciones en Lleida solo sirven para pagar las pensiones hasta septiembre, el resto sale del fondo de reserva || El coste de la “nómina” de los mayores crece un 39% en 10 años
Las cifras del sistema público de pensiones hace tiempo que no cuadran y la situación es tan delicada que la “hucha” está casi agotada. En Lleida, los ingresos por cotizaciones sociales apenas cubren los gastos hasta septiembre y son necesarias otras fuentes para hacer frente a las pensiones de los tres últimos meses y la extra de Navidad.
Puede haber muchas lecturas del por qué el sistema público de pensiones se enfrenta a una grave crisis o cuáles deben ser las medidas a adoptar, pero lo que está claro es que las cifras demuestran la necesidad de afrontar la situación.
Los últimos datos oficiales sitúan los fondos de la llamada hucha de las pensiones, que había ido engordando en los momentos de bonanza económica para afrontar posibles problemas, en apenas 15.020 millones de euros, insuficientes para cubrir el coste de una “nómina” de los mayores en todo el Estado.
Las diferencias salariales entre hombre y mujeres tienen sus traslación después a las pensiones
La situación es especialmente delicada porque las cotizaciones de los trabajadores en activo a la Seguridad Social se demuestran insuficientes para costear las prestaciones. De hecho en Lleida solo hay 184.604 trabajadores que aporten ingresos a la Seguridad Social para poder costear las 97.813 pensiones de la provincia.
Así, las cotizaciones en Lleida apenas sirven para cubrir las necesidades económicas de las prestaciones hasta septiembre, pero no permiten costear los tres últimos meses y la paga extraordinaria de navidad. El resto sale de la hucha. Las pensiones de la provincia suponen un gasto mensual de 78,69 millones, cifra que en catorce pagas roza los 1.102 millones.
Sin embargo, el desfase que sufrió el sistema en Lleida el año pasado entre los ingresos y los gastos alcanzó los 289 millones de euros. Este desequilibrio, además, no tiene visos de reducirse. Por una parte, porque el empleo que se crea está caracterizado por salarios bajos, sinónimo de bajas cotizaciones. Por otra, porque el número de nuevos pensionistas crece de forma inexorable y los mayores cada vez permanecen más tiempo cobrando una prestación gracias al aumento de la esperanza de vida. El peso de los jubilados con respecto a los jóvenes cada vez es más importante.
Una persona que hoy se jubile con 65 años estará cobrando la prestación unos 18 de media
En los últimos diez años, el coste de las pensiones en la provincia se ha disparado en un 39% al pasar de los 56 a los 78 millones mensuales. Este aumento se explica por el incremento de perceptores, pero también porque los nuevos cobran prestaciones mucho más elevadas de las que perciben aquellos que salen del sistema.
Además, otro de los factores a tener en cuenta es que hay un importante porcentaje de pensionistas que acceden a cobrar de la Seguridad Social sin alcanzar la edad “teórica” de la jubilación. La última encuesta al respecto, hecha pública por la organización de consumidores OCU, apunta que la mayoría de los jubilados accedió a engrosar la listas de los perceptores de la Seguridad Social con 62 años.
Todo esto ocurre en un territorio que se caracteriza por tener las prestaciones para los mayores más bajas de toda Catalunya y que tampoco alcanzan el promedio del Estado. Esta situación se explica, en gran medida, por el peso de los trabajadores autónomos en las comarcas de Ponent, buena parte de ellos ligados al sector agrario.
Las estadísticas estatales apuntan a que 90 por ciento de los trabajadores autónomos cotizan en España por la base mínima, lo que se traduce en la práctica a que en el futuro tendrán bajas prestaciones. En Lleida, el colectivo de autónomos viene a cotizar del orden de diez millones de euros mensuales, según datos de la patronal Coell.
La pensión medida de jubilación de todos los sistemas, del general al de autónomos pasando por el de los empleados del hogar, en la provincia es de 915 euros al mes, frente a los 1.080 de promedio catalán y los 1.062 del conjunto del Estado.
En el caso de los perceptores de una prestación de viudedad, la mayoría de ellos mujeres, supera ligeramente los 563 euros, cuando la media de Catalunya es de 654 y la de España llega a los 646. Por mucho que se haya ido reduciendo la brecha entre ingresos de hombres y mujeres en las últimas décadas, esta sigue existiendo y son ellas las que suelen estar dispuestas a sacrificar su proyección profesional por cuidar a la familia, sean hijos o padres mayores.
A la hora de la jubilación, las diferencias se repiten. Por ejemplo, una nueva pensionista que entra en el sistema de prestaciones cobra de media en Lleida 280 euros menos que un leridano.
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- Un nuevo pensionista de Lleida que comienza a cobrar la prestación recibe de promedio unos 950 euros al mes, mientras que los que causan baja en el sistema apenas percibían 619
- Prácticamente una de cada cuatro pensiones en Lleida lleva aparejada lo que se conoce como complemento de mínimos. Necesitan un plus para alcanzar el importe más bajo previsto en el sistema
- Entre las propuestas para apuntalar el sistema público, algunos expertos ponen el énfasis en los ingresos y por ello piden acotar y limitar las bonificaciones de cuotas a la Seguridad Social
- Los españoles comienzan a planificar su jubilación a los 43 años de media, una edad que cada vez se está reduciendo más. Se debe, en gran medida, a que el 44,5% de la población desconfía del sistema público
El incremento de la esperanza de vida, uno de los grandes problemas Pocas veces una buena noticia porta tantos quebraderos de cabeza macroeconómicos como esta: la esperanza de vida se ha disparado en las últimas décadas. El Banco Mundial apunta que en el año 1960 la esperanza de vida en España se situaba en 69 años, mientras que en 2015 esta cifra se ha elevado hasta los 83. Es decir, teóricamente, una persona que empezaba a cobrar una pensión a los 65 años, apenas estaba en el sistema cuatro en la década de los 60, mientras que ahora estamos hablando de 18. Todo ello sin tener en cuenta que cada vez son más las personas que se prejubilan para poder dejar de trabajar cuanto antes. En teoría, cada vez es más difícil acceder a una prejubilación y la edad para empezar a cobrar se está ampliando paulatinamente tras la última reforma del sistema y en el año 2027 la edad oficial de decir adiós al trabajo serán los 67 años. Pero todo esto puede quedar en papel mojado si salen adelante propuestas de los expertos que hablan de que debemos empezar a pensar en seguir siendo productivos hasta los 70 si queremos apuntalar el sistema público de pensiones. Pero si la esperanza de vida es clave, no lo es menos la llamada pirámide poblacional. El gran problema es que cada vez hay más personas mayores y menos jóvenes para reemplazarlos como agentes económicos y sustento del sistema. Cada vez se tienen menos hijos y, sin la entrada de nuevos inmigrantes, el problema está servido. Para muestra, un botón: el año pasado la provincia de Lleida tenía 81.809 vecinos con 65 años o más, mientras que los menores de 15 apenas representaban 66.322. Además, el número de leridanos en disposición de trabajar, tengan empleo o lo busquen de forma activa, se encuentra a niveles de hace una década, según la Encuesta de Población Activa, con 207.700 personas.