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GANADERÍA ANÁLISIS

Cada trimestre cierran de media dos granjas de vacuno de leche en Lleida desde 2017

Los datos de la conselleria apunta a que las apenas 112 granjas de la provincia acumulan más de un millón de pérdidas mensuales || Los ganaderos urgen una subida de precios a la industria para sobrevivir

Esta explotación familiar, Call Espinal, cuenta con un total de 1.300 vacas en Bassella.

Esta explotación familiar, Call Espinal, cuenta con un total de 1.300 vacas en Bassella.JOSEP ANGRILL

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La larga crisis que atraviesa el sector lácteo de Lleida está provocando que cada vez sean menos las granjas que resisten en un contexto de números rojos. Desde 2017, en la demarcación cierran dos granjas cada trimestre. Si en junio de ese año se contabilizaban 143, en las mismas fechas de este ejercicio apenas quedaban 112, lo que representa un descenso de 31, según los datos oficiales de la conselleria de Agricultura. El departamento que dirige Teresa Jordà especifica el mapa de las principales comarcas, lideradas por el Alt Urgell (53), seguida dela Noguera (15), el Pla d’Urgell (14), el Segrià (12) y el Pallars Jussà (3).

El último informe oficial del Govern calcula que un productor ha tenido unos costes medios de 37,56 céntimos de euro por litro, mientras que el precio que ha percibido en junio, último mes con datos cerrados, es de apenas de 33,06 céntimos.

Hablamos que por cada litro ordeñado a una vaca, los ganaderos han perdido 4,5 céntimos. Teniendo en cuenta que la producción en junio de las explotaciones leridanas ascendió a más de 24 millones de litros, los números rojos del sector superan el millón de euros cada mes.

La producción media de un ganadero leridano es de 227.821 litros, con lo que las pérdidas promedio superan los 10.000 euros al mes. Unas cifras que pueden dispararse aún más teniendo en cuenta el inusitado incremento de precios de los cereales. Como publicó SEGRE el jueves, en la lonja de Barcelona algunas cotizaciones llegaron a subir esta semana de golpe hasta 24 euros por tonelada, un repunte tan inesperado por el momento en el que se produce como por su elevado importe.

El encarecimiento de la alimentación de las reses es uno de los costes de producción al alza que deben afrontar los ganaderos. Entre ellos la factura de la luz, que está registrando cotas históricas (ver más información en la página 18), pero también los de maquinaria, o mano de obra, entre otros.

Así lo explica el ganadero Josep Angrill, de la Granja Cal Espinal en Bassella, que advierte que la situación es límite. “Desde que se ha implantado el euro, todo ha subido menos la leche”, advierte.

Recuerda que su abuelo hace más de 50 años tenía una treintena de vacas y vendía la leche a entre 50 y 52 pesetas de la época el litro. Hoy él, percibe del orden de 31 céntimos con unas exigencias de máxima calidad y con la posibilidad de penalizaciones en caso de no alcanzar los parámetros reclamados por la industria.

En este contexto de graves dificultades no es extraño que los ganaderos se encuentren con otra incertidumbre, la del relevo generacional.

Las medidas de las Administraciones, lejos de ser una solución

La consellera de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, Teresa Jordà, presentó en julio sus objetivos en el Parlament y anunció que se reforzarán las actividades de la Unidad de la cadena alimentaria de Catalunya (CadeCAT) a lo largo de toda la cadena para evitar prácticas comerciales abusivas y velar por el cumplimiento de los plazos de pago. Dijo que ya se ha comenzado una segunda fase del Plan de controles de la distribución que se centrará en proveedores de fruta dulce, cítricos y leche fresca.

Los ganaderos reclaman que se cumpla la ley de la cadena alimentaria del ministro Luis Planas. Se trata de un instrumento que debería permitir que no se vendiera por debajo de costes, pero de momento es una ilusión.

En primera persona: “No podemos aguantar, pero tampoco es fácil cerrar”

Josep Angrill tiene 1.300 vacas en Granja Cal Espinal de Bassella. Explica que el suyo es un negocio familiar y alerta de la crítica coyuntura del sector lácteo. “No podemos aguantar con esta situación, pero tampoco es tan fácil decidir cerrar. Tenemos préstamos y ataduras y no podemos bajar la persiana”, afirma.

Explica que los ganaderos intentan aguantar y que la solución ha de pasar por unos costes de producción que vuelvan a la normalidad y que la industria incremente los precios de compra. Pide que la administración y las grandes cadenas de distribución tomen conciencia de la magnitud del problema y se queja de que el ganadero es el eslabón más perjudicado.

Se lamenta de que los granjeros no tienen fuerza para poder presionar a la industria a una mejora de las cotizaciones. Es un producto fresco que sale a diario de las granjas para su envasado y transformación. 

Además, Angrill considera que la Administración, lejos de ayudar al ganadero, “nos pone más trabas, más controles, más exigencias medioambientales, más burocracia. A veces parece que tenemos que trabajar más para rellenar papeles que para las labores propias de la granja”, se lamenta.

La granja vende los terneros pequeños, los mamones, para su engorde en explotaciones para carne, pero tampoco es un negocio. “Los vendemos o casi los regalamos, asegura, a los 15 días de nacer, porque los productores de carne también lo están pasando mal” con su propia crisis.

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